Se trata de una especie de simbiosis difícil de argumentar pero real como la vida misma. Es el entrenador talismán del Extremadura y, en justa reciprocidad, encuentra en el club almendralejense su irrepetible amuleto con el que ha conseguido sus mayores éxitos. Y de nuevo uno y otro andan más que dispuestos a repetir.

--¿Qué tal le va en su enésima vuelta a Almendralejo?

--Bueno, ha sido un retorno prácticamente sabido. En el momento de mi vida, personal y profesional, en el que me encontraba, el Extremadura era uno de los pocos equipos que habría aceptado entrenar. Es, en lo familiar, en lo cercano, en lo entrañable, como si me hubiese ido a dirigir al Aurrerá de Ondárroa, que es el equipo de mi pueblo. En lo personal, como esperaba. Dejé muchos amigos aquí y la verdad es que en ese aspecto también puedo decir que estoy como en casa.

--Y en el plano deportivo...

--Pues se están cumpliendo algunos objetivos y apartados más rápido de lo que cabía esperar. Hablo fundamentalmente de la progresión de la gente joven que hay en el equipo y de ese nivel de complicidad que siempre tiene que haber entre los jugadores y el entrenador. Pero tenemos los pies en el suelo. Estamos ante un largo proceso y en fútbol nunca se puede dar nada por hecho hasta que no está conseguido.

--Vamos, que sigue quitando presión al nuevo proyecto...

--Lo que sigo es manteniendo que hemos hecho un equipo joven y de cara al futuro. No es mi intención quitar presiones y demás. Simplemente me gusta ser sincero, decir lo que pienso y no engañar a nadie. Me gusta tener credibilidad y contar siempre con el apoyo de la gente que tiene paciencia.

--Pero visto el potencial de su equipo, eso suena forzado...

--Y sin embargo es la cruda y dura realidad. Tenemos una plantilla muy corta, eso es innegable. Y la lesión de Cobos se convierte en un gran problema como lo es también llegar a un número de tarjetas en un momento determinado y en un grupo de jugadores determinados. Por eso hay que ser cautos, por eso hemos de ser prudentes y no lanzar las campanas al vuelo.

--Entonces, ¿qué queda del Ortuondo ambicioso de los 90?

--Queda todo. Yo soy una persona ambiciosa, un entrenador ambicioso. Y desde el mismo momento en que llego a Almendralejo pienso en lo máximo, en lo más alto, en el mayor logro. Pero es, sobre todo, un deseo de hacer un buen trabajo, no una predicción futurista. Todos tendemos al optimismo cuando la cosa marcha. Lo que pasa es que la experiencia nos dicta sentencias en ese aspecto y nos hace ser más cautos de cara al exterior, aunque luego, interiormente...

--O sea, que se puede ser moderadamente optimista visto lo visto hasta el momento, ¿no?

--Yo no he dicho eso. Una cosa es como empiezan los proyectos, los campeonatos y muchos órdenes de la propia vida y otra, que puede ser o no distinta, como terminan. Nosotros sabemos cuál es el camino y lo estamos andando. Pero nos queda mucho para llegar al final y pueden pasar muchas cosas. Sobre todo teniendo que caminar encima del alambre en este proyecto por cosas que ahora no vienen al caso.

--¿Qué cosas no vienen al caso?

--Realidades de este club y sus circunstancias en las que entiendo no debemos entrar ahora.

--Pero aún así, y aunque sea interiormente, ¿piensa que puede repetir ´milagro´ en azulgrana?

--Ya he dicho que soy ambicioso cuando estoy en un sitio y vivo el momento. He comentado lo que pensaba cuando llegué aquí y que, interiormente, aspiro a lo máximo de principio a fin. Pero también tengo que ser realista y orientar a la gente que está conmigo o cerca de mí y del equipo. Mira, una cosa es ser ambicioso y otra distinta ser un verdadero iluso. Eso sí, también era de ilusos pensar que el Extremadura podía ascender a Segunda A en el 94 y a Primera en el 96. Y ya ves como acabó el cuento...

--Por último, ¿qué tiene Almendralejo que no tengan otras ciudades para Ortuondo? ¿Por qué sólo consigue logros aquí?

--Eso no es exacto del todo. Yo siempre consigo metas cuando confecciono mi propia plantilla. Creo que soy un buen entrenador. Pero necesito, o mucho dinero, o mucho plazo. Porque si tienes mucho plazo haces tu equipo con previsión de futuro. Aunque sea humildemente, aunque sea con tres cuartos. Mis dos primeros años de entrenador en Córdoba acabaron en lo que llamas logros. Y el año de Linares. Pero no es menos cierto que lo a gusto que trabajo yo en Almendralejo y en el Extremadura he trabajado en pocos sitios. Trabajar en un ambiente propicio, sabiendo que se respeta tu trabajo y sintiéndote querido siempre es mucho más positivo que no tener esas condiciones. Y Almendralejo en eso es especial.