Jordi Llopart y Josep Marín despuntaron al mismo tiempo y dieron relevancia a la modalidad atlética de la marcha. Su participación elevaba las esperanzas de medalla para el atletismo español en cualquier competición internacional. Ambos surgieron del Prat de Llobregat, empezaron a entrenar juntos, pero con el tiempo se convirtieron en formidables rivales. Netflix o Amazon Prime llegan tarde para relatar el impulso que propiciaron a la marcha a la vez que se forjaba una rivalidad. Marín atiende a EL PERIÓDICO y desempolva viejos recuerdos vividos con Llopart tras conocer su fallecimiento a los 68 años de edad. Este es su relato en primera persona.

"Jordi y yo empezamos a practicar atletismo en El Prat, con su padre como entrenador. Yo enseguida me puse con la marcha, ya con 14 años. Él, dos años más joven, aún no. Ninguno de los dos nos lo tomamos en serio hasta un tiempo después. Al principio yo tenía más nivel, pero sin duda él elevó el listón. A Jordi hay que atribuirle que rompiera la barrera internacional.

"¡He venido a ganar!"

Todo empezó en Praga y ahí se produjo una anécdota que le define. Habíamos estado preparándonos en México para el Europeo de 1978. Cuando aterrizamos en Praga y estábamos esperando a recoger las maletas, un velocista de la expedición dijo en voz alta: «Bueno, ya estamos aquí, pero supongo que tenéis todos claro que no ganaremos ni una medalla, ¿no?». Al instante Jordi se giró y me dijo: «¡Pues yo he venido a ganar!».

Me sorprendió porque en ese momento yo era más del parecer del velocista que de Jordi. Recuerdo que nos colocaron a cada delegación en unos barracones y éramos el único país que no tenía ni una medalla, ni en Juegos Olímpicos ni en Europeos.

Y aun así, Jordi creía que podía ganar. Y lo hizo. Acabó primero en 50 kilómetros marcha. Yo hice una muy buena carrera y quedé quinto en 20 kilómetros. Pero recuerdo que cuando estábamos escuchando el himno nacional, en ese momento, gracias a ese oro de Jordi, todos ahí pensamos lo mismo: si él lo ha logrado, yo también. Cambió nuestra mentalidad y lo redondeó en Moscú-80, con su histórica plata en 50 kilómetros. Yo acabé sexto, y quinto en 20 kilómetros.

Era un soñador, para mi una cualidad que le distinguía, y por eso hizo lo que hizo. Le empujó a triunfar. Y era buenísimo. Se convirtió en un pionero, rompió esquemas. Tenía una marcha muy fácil, muy económica, muy deudora de la escuela mexicana de Jerzy Hausleber.

Con el tiempo nos distanciamos. Yo cambié de club y... en fin, cosas de la vida. Fue mi padrino de boda, pero la realidad es que nos distanciamos. Ahora hacía unos años que no nos veíamos. Recuerdo que la última vez que hablamos de verdad fue en un tren volviendo de Madrid tras unos premios. Con su adiós vuelven los recuerdos y la constatación de que no importa lo que hayas en hecho en la vida que al final todos acabamos en el mismo sitio".