El título de campeón del mundo conseguido por la selección española de balonmano es el broche de oro a la presidencia de la Real Federación Española del extremeño Juan de Dios Román (Mérida, 1942), que deja a los Hispanos en la cima del balonmano mundial. De este modo, culmina una de las etapas más brillantes de la historia del deporte español. Como seleccionador logró con España la medalla de bronce en dos Juegos Olímpicos: Atlanta-96 y Sydney-2000, empezando en Los Angeles-84, además de dos platas en Campeonatos de Europa y un bronce, y sus éxitos como entrenador del Atlético de Madrid y del Balonmano Ciudad Real. En el club rojiblanco obtuvo cinco ligas, cuatro copas del Rey y un subcampeonato europeo ante la Metaloplástica, y en el Balonmano Ciudad Real, una liga, una Recopa de Europa, una Copa del Rey, dos títulos de Copa Asobal y una Supercopa de España. Román cambió los banquillos por los despachos y en cuatro años ha llevado a la selección a repetir el título mundial del 2005.

-- ¿Qué se siente al despedirse del balonmano de elite como campeón del mundo?

--Estoy feliz por ayudar a que mi deporte siga creciendo. La historia se hace al cabo de los años, aparte de los éxitos que me hayan podido acompañar, que vienen del trabajo colectivo. El campeonato del mundo coincide con mi decisión de retirarme, por edad y porque hay que hacer cambios muy profundos y no soy la persona adecuada para dirigirlos. Estaba decidido hace meses y por suerte hemos hecho un campeonato del mundo brillantísimo tanto en la organización como en el resultado. Como directivo ha sido la etapa más corta de mi carrera, sólo cuatro años. Acabo de llegar a Madrid y ya abrimos el proceso electoral. Ahora se trata de hacer una transición clara, nítida, limpia, ayudar al nuevo presidente que decida el balonmano español. Este es el legado y a seguir trabajando.

--¿Cuál ha sido la clave del éxito de los 'Hispanos'?

--Desde el punto de vista deportivo, que curiosamente es el que menos he seguido porque estaba en buenas manos, en las de Valero Rivera y su equipo, he convivido con la selección en todos sus encuentros en cuatro años y he visto siempre una gran cohesión colectiva, una enorme seriedad y responsabilidad en el trabajo y un claro liderazgo en el que la base era una total entrega a favor del equipo. Esa ha sido la clave además del nivel técnico de los jugadores que se forman a través de años en los clubes y con todos los entrenadores que han tenido en su vida. La selección no forma jugadores, sino que los hace rendir.

--Una selección bastante renovada con respecto a la que jugó hace tres años un trofeo en Badajoz, aunque se han mantenido varios de sus jugadores como Sterbik, Alberto Entrerríos, Víctor Tomás, Morros, Julen Aguinagalde...

--El equipo aún tiene recorrido. Ha tenido cambios, no muchos, pero han ido apareciendo nuevos jugadores que han ido rindiendo y no hay por qué amedrentarse y si algún jugador no rinde por mucho historial que tenga, viene otro. Si vuelve a recuperar su nivel y quiere estar en el clima de exigencia que se le pide, las puertas siempre están abiertas. La continuidad está garantizada aunque en este momento tanto Hombrados como Alberto Entrerríos dejan el equipo nacional. El resto continúa y Sterbik y Sierra son los dos únicos jugadores que superan los 30 años. Por ello, hay selección con garantías a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

--¿Cómo afronta esta nueva etapa en su vida?

--Quiero dedicar tiempo a descansar, a mi familia, a escribir, y en la medida de posible intentaré sacar tiempo para enseñar balonmano a niños de 10 y 11 años. Ese es mi objetivo ahora.

--¿Lo veremos pronto por Extremadura?

--Voy siempre que puedo y me escapo risas. Tengo unas ganas enormes de ver a mis hermanos que no han podido acompañarme y no te extrañe que en unos días me dé una escapadita...