Inés Acedo Trabuco cumplió el pasado 31 de enero diez años. Es, claro, una niña más, con sus inquietudes, con sus alegrías y tristezas. Dentro de nada llamará a la puerta de la adolescencia, pero tiene una particularidad: es una de las grandes promesas a nivel nacional de un deporte muy minoritario tanto en el país como en Extremadura: la esgrima.

Nacida en Badajoz, Inés dio muestras de su potencial recientemente, cuando consiguió la medalla de oro en el Criterium Nacional disputado en Pozuelo de Alarcón ante chicas de su edad. «Fue una sorpresa. Era la primera vez que iba a una competición importante», comenta, muy feliz por el éxito.

Sus cualidades están muy bien orientadas a la espada y ella disfruta enormemente al tiempo que los especialistas evalúan sus proyectos.

Vicente Santos, su ‘profe’

Y eso que empezó casi de casualidad, en el colegio al que asiste en la capital pacense, el San José de Calasanz. Fue el año pasado cuando una exhibición de esgrima en el centro llamó extraordinariamente su atención y le pidió a su madre, Inés Trabuco, que se pusiera en contacto con el profesor de Educación Física, José Miguel Herrera, para que localizara a los especialistas que realizaron la demostración.

Así fue como la pequeña Inés pasó a ser tutelada por Vicente Santos, del Club de Esgrima Sancha Brava. «Lo que más me gusta es practicar esgrima con mis compañeros de sala», cuenta la pequeña, que considera tan importante la técnica para tirar (el verbo específico que equivale a manejar la espada) como estar en una buena forma física.

De momento, todo es pura diversión y juego, como corresponde a alguien tan joven. Pero si se le pregunta, tiene claro que le encantaría acudir a unos Juegos Olímpicos, una competición en la que España solo ha conseguido una medalla en su historia (el bronce de José Luis Abajo en Pekín-2008).

Compatibiliza los entrenamientos (dos veces a la semana, tres horas en total) con los estudios de 4º de Primaria. Sus notas son buenas. «Tiene mucho interés por aprender y le gustaría ser profesora en la universidad», dice su madre. «Mis compañeros me animan y se alegran por mí, aunque no hablamos mucho del tema. Es un deporte más, pero muy poco conocido», tercia la niña, que tiene otros intereses como la jardinería y las manualidades, sin desdeñar más deportes que no son la esgrima. Eso sí: ninguno se le da tan bien.