Los Juegos Mediterráneos, cumplida su sexta jornada, siguen acumulando incidentes. La imagen ya está dañada. El infortunio de Tarragona 2018 es objeto de tertulia de bar, el chascarrillo que tiene todo el mundo en la boca cuando se habla del evento deportivo. La ciudad no se merece esto. Todo el mundo se pregunta cuál será la próxima desgracia Pues bien, ayer fue el turno del baloncesto 3x3. Tan solo se habían jugado tres partidos cuando la pista cedió. Las placas de parquet no aguantaron y la competición tuvo que ser suspendida por seguridad.

Una anécdota más, según la organización; un desastre para el escaso público presente en las gradas del Camp de Mart. Y es que la autocrítica brilla por su ausencia. «No hay ningún error de organización», esgrimió Víctor Sánchez, director ejecutivo de los Juegos. La larga lista de calamidades no ha moderado el entusiasmo del ejecutivo, que aseguró que «el éxito tiene muchas ventajas y algún inconveniente»..

Sánchez llegó a decir que retrasar un año la competición ha resultado beneficioso. También restó importancia a la fuga de un gimnasta tunecino, que desapareció el domingo después de decir que iba a al baño y ha sido localizado en casa de unos familiares en Montpellier. «No es la primera vez que pasa», apuntó el representante de la organización.