"El año que viene tendrán que organizarlo en otro sitio porque Callao se va a quedar pequeña". Lo dijo uno de los aficionados que abarrotaron ayer por la tarde la céntrica plaza madrileña para homenajear a los campeones de Europa y lo corroboraron todos los que le rodeaban. Quien más quien menos da por hecho que esta selección, la de la generación de oro del basket español, tiene al alcance el título olímpico por mucho Estados Unidos que se ponga por delante. El presidente del Gobierno, José Rodríguez Zapatero, también.

Se lo dijo en la recepción que les ofreció en La Moncloa. "Estamos ya esperando que en Londres consigáis aquello que os merecéis, que es estar en la final y, por qué no, el oro olímpico", les dijo el presidente, que no dejó de regalarles los oídos: "Felicito a todos los que hacen posible ese juego fantástico y esa cosecha de triunfos que atesora esta generación que, debéis saberlo ya, sois leyenda para los españoles y sois leyenda para el baloncesto".

Así, complacidos por el reconocimiento público de Rodríguez Zapatero, que les puso incluso por delante de La Roja de fútbol --"como esta selección no hay otro equipo en el deporte español que haya brillado tanto en la historia", dijo el jefe del Ejecutivo-- . Sergio Scariolo y sus muchachos, que habían aterrizado en Barajas a las siete y media de la mañana, se fueron a comer a otro clásico en celebraciones, el Txistu. De allí, a descansar.

A Callao llegaron a las siete menos cuarto de la tarde. Allí les esperaba el millar de personas largo que cabe en la plaza y un escenario presidido por una gigantesca foto de los campeones, flanqueados por el seleccionador y el inevitable presidente de la federación, el extremeño José Luis Sáez.

Corrió el cava y el primero en tomar la palabra fue el MVP Juan Carlos Navarro. "Estoy orgulloso de formar parte de este grupo de quinquis", gritó el escolta del Barça antes de que le pidieran que se quitara la camiseta. "Cuerpo no tengo, mejor que se la quite Ibaka", bromeó. Todos animaron al máximo taponador de la NBA, que no tuvo ningún problema en lucir abdominales ante la concurrencia. Luego le cantaron el cumpleaños feliz --cumplió 22 el domingo-- cuando el español de origen congoleño prometió "estar con este equipo para mucho más".

El himno oficioso

Reyes volvió a emocionarse al agradecer el apoyo de todos, "sobre todo de Juan Carlos, porque él fue el culpable de que yo recogiera el trofeo y le pudiera dedicar el título a mi padre".

Pau no puso ninguna pega a que Navarro le privase de ser declarado mejor jugador. "Se lo ha ganado a pulso. Ha estado extraordinario. Estoy orgulloso de ser su compañero y su amigo", dijo el mayor de los Gasol. Y todo acabó con el himno oficioso, la canción "Todos los días sale el sol, chipirón", del grupo Bongo Botrako, con la variación introducida por José Manuel Calderón: "Todos los días sale el sol, Felipón".