Un esfuerzo más, el antepenúltimo, es el que ha pedido Vicente del Bosque a sus jugadores para saltar la valla del Juventus y aspirar a levantar la décima Copa de Europa, un reto complicado, pero accesible, ante un rival que llegó a Madrid sin hacer ruido, de forma seria y sin levantar la pasión mediática del Beckham United hace poco menos de un mes.

Ayer en el hotel Villamagna no había nadie esperando. Algún periodista y un par de turistas despistados agasajaban al campeón italiano. La plantilla del Madrid respeta y mucho al club de los Agnelli. Ellos sí diferencian el glamour del fútbol. De hecho, cuando llega el sorteo, en esa pregunta tópica y típica que se formulan a los madridistas: "Y usted, ¿qué equipo prefiere ahora?", el jugador del Madrid siempre dice: "El Manchester". Nunca quieren a un club italiano. Esos, para la final, coinciden todos. Esta vez llega antes el trance.

Del Bosque tenía esta semana más miedo al Mallorca que al Juventus. No es ventajista. Lo dijo la víspera del partido liguero. El estilo ´Juve´, con perfil austero italiano de mitad de campo para atrás, se transforma en valentía cuando entran en acción Nedved, Trezeguet y Del Piero. El Juventus tumbó al Barca en el Camp Nou a la contra, con el futbolista checo en estado de gracia. Es seguramente Nedved el jugador extranjero más en forma del Calcio. De ese contragolpe ha tomado buena nota Del Bosque y su cuerpo técnico.

PROBLEMA DEFENSIVO

Mejorar la actitud defensiva global es una de las recetas clave para viajar a Turín con solvencia en la vuelta. A Fernando Hierro le han caído chuzos de punta en las últimas horas. Justo el día en que otros compañeros fueron igual de culpables de los goles encajados, él asume el chaparrón de las críticas. Lo hace con naturalidad, respetando al público del Bernabéu, que es soberano. No es ni será el primer futbolista del Real Madrid al que piten en casa. Ocurrió en todas las épocas. En el Madrid han silbado a infinidad de jugadores míticos. No se libraron ni Puskas, ni Santamaría, ni Gento, ni Zoco, ni Amancio, ni el propio Del Bosque, ni Michel, ni Martín Vázquez, ni Butragueño. Todos han probado el virus del exigente público del Bernabéu.

A Hierro le afectan, como a todos los profesionales, las broncas. Pero a estas alturas de su carrera, cuenta con la suficiente profesionalidad como para mandar en la zaga, ejercer de capitán e intimidar a Trezeguet y a Del Piero, dos pesos pesados del fútbol mundial.

La duda táctica del partido será comprobar si McManaman o Flavio serán titulares. Uno de los dos pelea en teoría por un puesto. El resto, los mismos que jugaron y fueron goleados ante el Mallorca el sábado. Por cierto, que Raúl aprieta en el proceso de recuperación. No han pasado dos semanas desde su operación de apendicitis y Del Bosque dijo ayer que "si la final fuera mañana (por hoy) haría un esfuerzo por jugarla".

LOS ITALIANOS

Entretanto, Marcelo Lippi se presentó en Madrid con un equipo competitivo, pero mermado. Las bajas de Montero, Davids y Tacchinardi son de enjundia. Los tres viajaron a Madrid para hacer grupo y apoyar a sus compañeros. Deberá por tanto Lippi remodelar el centro de su defensa y el eje de su centro del campo.

Lippi desplazó los siguientes 21 jugadores: Buffon, Ferrara, Tudor, Fresi, Pessotto, Conte, Del Piero, Nedved, Chimenti, Iuliano, Zenoni, Birindelli, Camoranesi, Trezeguet, Di Vaio, Zambrotta, Thuram, Zalayeta, Olivera y los juveniles Landry Bonnefoi y Matteo Paro. Unos 6.000 aficionados viajarán desde Turín para apoyar a los suyos.

La baja de Montero parecía que iba a ser cubierta por Iuliano, que formaría pareja central con el veterano Ciro Ferrara, pero en las últimas horas parece tomar más cuerpo la presencia de Tudor e, incluso, la posibilidad de que Birindelli deje inicialmente en el banquillo al ítalo-argentino Mauro Germán Camoranesi.

El ambiente para este encuentro es excelente. Ni la escandalosa derrota ante el Mallorca ha hecho mella en la afición blanca. Es la semifinal Champions.