Situación límite para el Extremadura. A falta de siete partidos para el final, el club azulgrana está al borde del abismo y ve como día a día la permanencia se va encareciendo por el acierto de sus rivales. Ahora mismo, siete puntos separan la salvación del equipo de Manuel Mosquera. Siete que, en realidad, son ocho, si tenemos en cuenta que el equipo que delimita esa permanencia es el Albacete, rival que tiene ganado el golaveraje particular con los azulgranas.

Con ese panorama tan complejo, al Extremadura sólo le queda agarrarse a las matemáticas y apelar a un milagro para salvar este año la categoría. “La realidad es que está la cosa muy difícil. Aquí, el vestuario nunca se rinde hasta que las matemáticas no digan lo contrario”, dice Kike Márquez, uno de los capitanes.

La vuelta del sanluqueño a los terrenos de juego ha sido una de las pocas notas agradables para el Extremadura desde que se reactivara la competición. El jugador está forzando la maquinaria para ayudar a los suyos, a riesgo de recaída: “llevaba muchos meses con dolores y fuera del equipo. Ahora, no puedo permitirme el lujo de estar fuera. Hay que sufrir dentro y ayudar al equipo en todo lo que pueda”.

Ser más constantes y regulares dentro del terreno de juego en cada partido es, a juicio de Kike Márquez, lo que necesita el Extremadura mejorar con urgencia: “el equipo tiene sus momentos buenos duante los partidos, de competir muy bien, pero hay cosas que nos hacen daño, especialmente no ser contundentes en las dos áreas y eso nos está costando perder muchos puntos”.

El andaluz pidió un último esfuerzo de fe a sus aficionados. “Les entendemos. Sólo les pedimos que queda un mes y que yo llevo tres años aquí y nadie nunca se rindió. Todavía no está todo perdido”.

El Extremadura vuelve a entrenar este viernes en la ciudad deportiva de Almendralejo pensando en el partido del domingo ante el Fuenlabrada. Para ese encuentro, Manuel tiene las bajas de Nono y Roberto Olabe.