En una ciudad en la que en el 1992 se pusieron problemas al mismísimo Mark Knopfler y sus inigualables Dire Straits para jugar al tenis no se puede esperar otra cosa que la depresión deportiva. Cáceres está ahora en crisis, y la máxima expresión está en el fútbol, en ese Cacereño que no Cacereño ni es ´ná´. Los esfuerzos que se realizan en otros deportes (AD Cáceres en voleibol, CAR en rugby, Cáceres en balonmano, Don Frío, Cáceres y Ceres en baloncesto o Forma en fútbol sala) no son suficientes para que alguno despegue hacia arriba. Falta una referencia, la que supuso el Cáceres CB durante 11 años o el Cacereño, incluso, antes de que se instalara en el actual estado catatónico. Es una lástima que el ingente trabajo que realizan los clubs no se vea reflejado en mayor seguimiento. El ejemplo de Cáceres sirve también para las grandes ciudades extremeñas, excepto en el caso de Plasencia y el basket. Knopfler, genio, lo siento, somos así, perdona. En el 92 y en el 2006.