Para los atletas, tan marcados por exigencias y limitaciones de la edad, la reinvención es casi obligada una vez que se despiden del deporte. En el caso de Kobe Bryant, no obstante, es más apropiado hablar de transición. Durante su vibrante carrera de dos décadas en los Lakers, Bryant fue sentando las bases y abonando el terreno para lo que sería su vida lejos de las canchas, una etapa en la que hizo de la narración su pasión motivadora y de los negocios su nuevo terreno de juego. Y ahí un hombre que en un documental en 2015 afirmó mi cerebro no puede procesar el fracaso también triunfó, manteniendo los vínculos al baloncesto pero expandiendo su imperio mucho más allá.

Nadie ha calculado aún qué legado económico deja Bryant a su viuda y a las tres hijas que le han sobrevivido tras su fallecimiento el domingo a los 41 años pero ya cuando se despidió de los Lakers su fortuna fue estimada por 'Forbes' en 680 millones de dólares, con algo más de la mitad proveniente no de su salario sino de contratos publicitarios. Y aunque el deporte siguió siendo uno de los ejes de su trabajo, el entramado empresarial con el sello filosófico de Black Mamba se extiende también en compañías de inversión, producción multimedia y enseñanza.

Semillas y frutos

En 2013, cuando aún lucía la camiseta oro y púrpura, empezó discretamente una aventura en el mundo del venture capital con inversiones en el sector de tecnología, medios y datos con el emprendedor Jeff Stibel. La semilla estaba plantada y dio fruto en 2016, cuando se puso de largo oficialmente con 100 millones de dólares como Bryant Stibel. Hoy tiene valores por más de 2.000 millones de dólares.

También mientras aún competía en la NBA, en 2014, Bryant anunció que había fundado Kobe Inc. con planes para desarrollar marcas que cambiaran la industria deportiva. Puso el ojo en la compañía de bebidas BodyArmor y sin duda hizo canasta. Su inversión inicial, de seis millones de dólares, multiplicó sus beneficios más del 3.200% cuando Coca Cola compró una parte de la compañía y la participación de Bryant se revalorizó hasta los 200 millones de dólares.

En 2013, asimismo, había fundado Kobe Studios, luego rebautizada Granity Studios, que con la meta declarada de emparejar educación e inspiracion ha producido podcasts, libros y proyectos de televisión y cine. Uno de ellos, el corto de animación Dear Basketball, que traspasó a imágenes su poema de despedida de la NBA, en 2018 le granjeó el Oscar, una estatuilla que Bryant recogió diciendo: Como jugadores de baloncesto se supone que debemos driblar y callar pero me alegro de que estemos haciendo mucho más que eso.

Bryant deja también su huella en la Mamba League, una liga juvenil que creó con su histórico patrocinador y aliado Nike en 2017 y el Los Angeles Boys and Girls Club para dar acceso gratis al deporte a cientos de niños, así como en la Mamba Sports Academy, adonde se dirigía con su hija Gianna y los otros siete ocupantes del siniestrado helicóptero el domingo.

Me cansé de decirle a la gente que adoraba los negocios tanto como el baloncesto porque me miraban como si tuviera tres cabezas, pero es verdad, había dicho en 2017 Bryant, que deja también un legado inmaterial: el de la preparación y el aprendizaje constante, el del reto y el de la ética en el trabajo. Aspiraba a hacer algo grande porque no solo quería estampar su nombre en cosas por vanidad, le ha dicho al 'Los Angeles Times' Chris Silbermann, responsable de la agencia ICM. Es igual que como jugaba: tenía un plan, una filosofía y un propósito en todo lo que hacía.