El suizo Roger Federer no lució la magia de sus anteriores grandes victorias, ni tampoco su mejor discurso en la entrega de trofeos, donde lloró como un niño tras recibir la copa de campeón de manos del mítico australiano Rod Laver, pero su tenis fue suficiente para ganar por segunda vez el Abierto de Australia.

Federer mantuvo inmaculada su marca en el Grand Slam al superar al chipriota Marcos Baghdatis por 5-7, 7-5, 6-0 y 6-2 en dos horas y 46 minutos, y apuntarse así su séptimo título de los grandes , y el tercero consecutivo.

EN RACHA El helvético no ha dejado escapar ni uno solo de estos en todas las finales en las que ha participado desde que logró su primer Wimbledon en 2003. El de hoy fue el título 35 de su carrera, segundo este año tras vencer en Doha, que le supuso un cheque por 744.000 euros (unos 900.000 dólares).

El mítico Rod Laver, único ganador en dos ocasiones del Grand Slam, en 1962 y 1969, entregó el trofeo al suizo, quien apenas logró controlar sus emociones y rompió a llorar como cuando se apuntó el primero de sus tres Wimbledon. "No sé qué decir", balbuceó tras casi un minuto de silencio, "quiero felicitar a Marcos y ojalá comprendan lo que significa esto para mí", dijo llorando, "todo sale ahora, pero quiero agradecer esto a los aficionados porque sin vosotros no hubiera sido igual, y a Rod Laver por entregarme el trofeo".

Baghdatis, 54 del mundo, la gran sensación este año en Melbourne, acabó su gran aventura y será hoy el 26 de la lista ATP. Sorprendió con un tenis sin apenas fallos en los dos primeros sets, y estuvo a punto de culminar una formidable actuación.

El verdugo del estadounidense Andy Roddick, el croata Ivan Ljubicic y el argentino David Nalbandian fue capaz de ganar el primer parcial al número uno del mundo y dispuso de dos oportunidades para marcar un 3-0 en el segundo ante un Federer desconocido, lento, y con demasiados fallos en su derecha.

Ahí estuvo su momento, su gran ocasión, pero el chipriota no supo culminar esos dos intentos vitales y entregó su saque con su segunda doble falta, para permitir que el campeón del 2004 respirase y cobrase vida. Su tenis se desbordó en los dos últimos parciales para acabar con un total de 50 golpes ganadores, convenciendo finalmente.