A la desesperada también se puede ganar un Tour. Porque lo de ayer de Armstrong, en Luz-Ardiden, en otra maravillosa etapa de la ronda francesa del centenario, cargada de emoción y suspense, fue el ataque de la desesperación, del ahora o nunca.

Por primera vez sintió buenas sensaciones. "Por fin tuve un buen día", dijo el tejano tras su éxito. Jan Ullrich cedió 52 segundos (contando la bonificación) que pueden apearle del sueño de ganar en París. El alemán tiene buenas piernas, hasta es posible que esté mejor de forma que el estadounidense, pero no tiene cabeza. Es su fallo. El que le impide ser aún mejor ciclista. Y ya no cambiará. Nunca se sabrá qué buscaba con un alocado ataque en el Tourmalet. Allí pudo perder sus opciones de ganar el Tour.

El ciclismo antiguo, el que convirtió en leyenda una carrera con 100 años, permitía acciones como la de Ullrich, cuando faltaban más de siete kilómetros para coronar el Tourmalet. Antes se atacaba de lejos y se marcaban diferencias de escándalo en parajes como los de ayer: Aspin, Tourmalet y Luz-Ardiden. Pero los tiempos han cambiado.

FALLO VINOKUROV

En montañas como el Tourmalet sólo vale desgastar al contrario, al que se descuelga, al que se queda sin fuerzas, como el kazajo Alexandre Vinokurov, el gran damnificado en la cita pirenaica.

Armstrong ganó muchas cosas en Luz-Ardiden: credibilidad, confianza en sí mismo y, sobre todo, demostró a todos sus rivales que es un genio en la táctica y la estrategia ciclista. Fue, como confesó, "un ataque a la desesperada". Pero su golpe de furia le recompensó con un tiempo de oro, que quizá le resulte suficiente para ganar su quinto Tour consecutivo, si mañana no sucede ningún imprevisto en la despedida pirenaica, y no se viene abajo en la contrarreloj del sábado. "Atacarme en el Tourmalet fue un error táctico de Ullrich. Aquel ataque no iba a ningún sitio". En una de las zonas de mayor dureza de la histórica montaña, Ullrich demarró. Armstrong le atrapó. Pero, en un abrir y cerrar de ojos, se abrió el hueco entre ambos ciclistas. Ullrich siguió con su impulso. Armstrong, que no perdió la referencia visual con el alemán, prefirió mantener un ritmo ascendente. Así transcurrió la ascensión durante algo más de un kilómetro. Y ésas fueron las fuerzas que le faltaron a Ullrich cuando Armstrong se abrazó a la desesperación para ganar su 15 etapa de Tour.

Pero no sólo fue una lección táctica a Ullrich. Armstrong puso a prueba al Euskaltel y logró que florecieran los miedos y complejos de la formación vasca. Si Ullrich erró en su estrategia, el conjunto de Julián Gorospe perdió una ocasión impagable para impulsar a Haimar Zubeldia hacia el podio de París. Gorospe, el director del Euskaltel, tuvo a Vinokurov noqueado y le perdonó.

Tampoco se supo muy bien qué pretendía Mayo con su impaciencia en Luz-Ardiden. Armstrong, con las zapatillas mal ajustadas por el golpe, casi volvió a caerse después. Sin embargo, llegó la exhibición y casi, casi, el quinto Tour.