Mikel Landa, enfermo y con gastroenteritis, octavo de la general, uno de los grandes favoritos al triunfo final en el Giro, no acabó la décima etapa, se subió al coche del Sky, sueños rotos, y destino hacia Alava, en vez de Turín.

El Giro se quedó sin uno de sus tres tenores, el día con montaña de entre medio, en el que el Movistar puso la directa, una ofensiva de incierto resultado, que colocó a Andrey Amador en la segunda plaza de la general y a su jefe de filas, Alejandro Valverde, en la tercera, pero que, sin embargo, se quedó corto en sus aspiraciones.