Una cosa no ha cambiado en el Tour en los últimos ocho años. Esta tarde, en los Campos Elíseos de París, volverá a sonar el himno estadounidense para un ciclista que ha hecho muchos de sus kilómetros hacia la gloria en las carreteras de Girona. El resto de la función será distinta. Floyd Landis, un antiguo gregario, un viejo colaborador, se convertirá en el sucesor de Lance Armstrong. Y lo hará como vencedor de una ronda alocada, divertida y apasionante. Qué más se puede pedir.

Landis ganará hoy el Tour de Pereiro, la carrera que convirtió en figura a un ciclista gallego extrovertido y mediático, que vino a Francia como ayudante de Alejandro Valverde. Landis se llevará el gran premio después de que ayer ejecutara una contrarreloj perfecta, en el único día cuerdo en tres semanas de locura.

CON EL CORAZONPereiro corrió con el corazón. Trató de conseguir que el jersey amarillo le diera unas alas celestiales que le permitieran convertirse en el quinto español que ganaba el Tour. Aguantó el reinado durante media hora y 22 kilómetros, aunque lejos de hundirse, una vez supo que el liderato estaba perdido, se dosificó para conservar la segunda plaza ante el acoso de Andreas Klöden. El alemán desplazó a Carlos Sastre del podio de París. Fue la nota más triste en una jornada en la que se esperaba la sentencia de Landis, pero en la que se confiaba en Sastre para que acompañara hoy al estadounidense y al gallego los Campos Elíseos.

Sastre se había ganado el podio. No así su director del CSC, Bjarne Riis. Como tampoco se merece esa tercera plaza el equipo técnico del T-Mobile. Si ambas escuadras hubiesen sido más listas que idiotas, con planteamientos absurdos, conservadores, miedosos, fuera de toda lógica, ayer Sastre y Klöden se habrían estado jugando el Tour. Y lo único que se disputaban era el escalón más bajo del podio.

LA SENTENCIALandis, al que esas tácticas conservadores le permitieron resucitar en la tercera etapa de los Alpes, ganó el Tour en Morzine. Ayer solo tenía que firmar la sentencia. Hoy se convertirá en el tercer estadounidense que triunfa en Francia, tras Lemond y Armstrong, y en el segundo vecino de Girona que sube a lo más alto del trono ciclista de París. Algo tendrán las carreteras gerundenses, el aire o la tranquilidad, para que esos estadounidenses que allí se han afincado, como Armstrong y Landis, dominen la mejor de las carreras ciclistas.

Este ha sido el Tour de los resucitados, a los que directores con espíritu de chóferes convirtieron en triunfadores. Aleluya. Gracias a ellos el ciclismo español tiene una nueva figura. Gracias a ellos, Pereiro se ha quedado a solo 59 segundos de ganar el Tour, la carrera que acarició en la segunda jornada alpina, una cordillera que obsequió a los aficionados con etapas que parecían guardadas en el baúl de los recuerdos. Gracias a ellos el Tour solo se ha resuelto a 154 kilómetros de París. Gracias a ellos ayer hubo que estar con el cronómetro en la mano.