Esa era la única conferencia de prensa que Pep Guardiola no quería hacer. Una cita que ha estado rechazando desde que empezó la temporada. Un acontecimiento que jamás quiso que organizasen. Una comparecencia que juzgaba innecesaria. Es más, que incluso llegó a decir que no se produciría jamás porque ese, el tema de su renovación, estaba borrado de su agenda por más insinuaciones que le llegasen, a modo de declaraciones, por parte de Joan Laporta y sus directivos, por más portadas que leyese, por más peticiones que le hiciesen en los semáforos.

La de ayer fue, verdaderamente, la primera derrota de Guardiola como técnico. El KO copero podía entrar en sus cálculos, podía, pero esta conferencia de prensa ni se la planteaba. El hombre que consideraba "una putada" tener que hablar de su renovación, perdón, de su no renovación, buscó un truco guardiolista para zanjar el tema y se inventó eso de la renovación de palabra. Y aquí paz y allá, gloria.

Eso sí, pese a la euforia de la renovación sin firma, sin contrato, sin foto, es evidente que Laporta salió derrotado del acto: consiguió el compromiso del técnico pero ni una concesión más. No hubo contrato, ni compromiso por varios años, ni autógrafo. Todo se hizo en las condiciones y modo que impuso el técnico. Y así seguirá siendo. "Cuando llegue el nuevo presidente le propondré un plan de trabajo y si lo acepta, firmaré. Si quiere a otro, me iré a casa sin cobrar un euro. Yo solo cobro si trabajo".

Guardiola reconoció que Laporta le ofreció, el pasado martes por la noche, día del encuentro promovido por el técnico, mucho más que un año de contrato y, por supuesto, mucho más que un compromiso de palabra. Se diría que se lo ofreció todo. Y Guardiola, con su señorío de siempre, lo descartó por varias razones. Una, esas cosas corresponden al futuro presidente. Dos, prefiere trabajar con contratos cortos "porque el técnico ha de ganarse su renovación año a año". Y, tres, en ningún sitio estará como en el Barça. "Lo tengo clarísimo". "Me quedo. Ni Manchester United ni nada". Ha construido un muro electoral, pues ningún candidato podrá utilizarle.