CACERES 2016 - 54: Ryan Humphrey (10 puntos, 9 rebotes), David Mediano (0), Jelany McCoy (12 puntos, 5 rebotes), Lucio Angulo (8), Pablo Movilla (2) --cinco inicial-- José Angel Antelo (8), Juan Sanguino (0), Carlos Cherry (9), Jeff Xavier (9), Chema Gómez (0).

OBRADOIRO - 74: Bernard Hopkins (6), Andrés Rodríguez (8), Javier Bulfoni (5), Deron Washington (13 puntos, 18 de valoración), Oriol Junyent (21 puntos, 13 rebotes, 32 de valoración) --cinco inicial-- Miguel Feliu (4), Eric Sánchez (7), Alberto Corbacho (0), Levon Kendall (8 puntos, 2 tapones), Richard Ngema (2).

MARCADOR POR CUARTOS: 17-24, 27-37 (descanso), 43-61 y 54-74 (final).

ARBITROS: Garmendia y Pinela. Mal. Sin eliminados.

Bajada de moral, que no depresión. El Cáceres 2016 cayó ayer sin paliativos ante el Obradoiro (54-74). El revés, no por lógico, aplana la cercanía al estado de euforia y baja de su particular nube a un equipo que, lastrado por la ausencia de Francis Sánchez y machacado por el excelente partido del rival, apenas tuvo opciones.

Y es que el cuadro gallego gobernó los 40 minutos con suficiencia y poderío y desarticuló las ganas del grupo de Gustavo Aranzana, un técnico que acertó plenamente al exaltar las virtudes del oponente, pero cuyas trampas no fueron suficientes para, siquiera, plantar cara.

El poderío del Obradoiro quedó tan evidenciado que ya en el tercer cuarto todo estaba finiquitado (43-61), con una estadística que se puede interpretar con un simple vistazo: 32 contra 72 de valoración. Ante esto, las sesudas lecturas sobran. Ni siquiera le hizo falta a Moncho Fernández darle minutos a su último fichaje, Ruffin. Incluso no es disculpable lo negativo del arbitraje, en el que el protagonismo de Garmendia fue ridículamente excesivo.

El Cáceres, pese a todo, puede apelar a la baja de Francis, un referente indiscutible. Otro no menos explicativo: el primer y único triple (para un sonrojante y preocupante global de 1/17 al final) lo logró el equipo a falta de poco más de dos minutos para finalizar el tercer cuarto (Cherry). El desajuste psicológico y técnico fue descomunal.

Fue, en efecto, un monólogo visitante. Un repaso en toda regla. Para el amante del baloncesto, un placer ver cómo postea Hopkins (37 años excelentemente llevados) o como hace de todo (y bien) Oriol Junyent. El 2-7 inicial fue el preludio. Las dudas de Aranzana sobre cómo plantear el partido eran lógicas. Y quiso sorprender de inicio con Mediano y Movilla por fuera. Nada funcionó ante la máquina gallega. Los temores se hicieron realidad. Las alabanzas se quedaron escasas. Y tanto. Ni Cherry, ni Mediano, ni Lucio, intermitentes todos, dieron la talla. McCoy y Humphrey cumplieron dentro, así como Antelo, pero no había nada que hacer.

SUPERIORIDAD GLOBAL Las diferencias fueron creciendo hasta el 12-19 del minuto 8. La segunda unidad de Moncho Fernández no era inferior a los titulares, con toda una suerte de tiradores-penetradores (Feliu, Washington, Bulfoni), dos bases equilibrados como Andrés Rodríguez y Eric Sánchez y una batería de interiores que mostró una jerarquía insultante. El público asistía a una exhibición en toda regla, pese a los amagos de reacción locales, que como máximo hicieron un parcial de 6-0 para sistuarse en un 37-47 a falta de cuatro minutos acabar el tercer cuarto.

El encuentro se terminó virtualmente a falta de siete minutos (47-64) cuando Gustavo Aranzana retiró a Humphrey (aunque después saliera de nuevo) pensando claramente en el duelo de Huesca del domingo. Bandera blanca. No habrá liderato. Pero Francis estará otros días. Y enfrente no estará el Obradoiro.