Sin pasión, sin lucha y sin convicción Rafael Nadal no es el tenista estratosférico que ha dominado esta temporada. Y ayer en el O2 Arena de Londres el actual número uno del mundo fue un jugador entregado y rendido a un rival que buscaba resurgir en un año errático y con el Abierto de Australia como único recuerdo feliz, Roger Federer necesitaba una victoria como la de ayer en la Copa Masters. Primero porque igualaba al checo Ivan Lendl y con el estadounidense Pete Sampras en la Copa Masters. Pero sobre todo porque le permitía sentirse orgulloso y capaz de poder ganar al indiscutible número uno mundial y al tenista que más disgustos le ha dado.

Y con esa convicción, acompañado por el sonido de los latidos de corazón, la música de The Clash y los aces de luces que convierten el O2 en una macrodiscoteca con 17.500 espectadores aclamando a los finalistas. Federer tenía muy claro lo que debía hacer y en una hora y 37 minutos certificó su victoria ante Nadal por 6-3, 3-6 y 6-1. Siete meses después de haber perdido la última final ante el tenista mallorquín sobre la tierra de Madrid, el jugador suizo se tomaba la revancha en un escenario ideal para su juego. En esta pista manda quien tiene saque (logró 7 aces y un 92% de efectividad en los primeros servicios), buena efectividad en la red (ganó 13 de 19 voleas) y golpes planos (apuntó 6 derechas y 8 reveses). Un festival de efectividad al que Nadal intentó contrarrestar sin convicción y con pocas fuerzas. El primer juego fue un avance de lo que iba a ser el partido. Federer lo ganó en blanco con una derecha cruzada, un revés, un ace y un punto de saque. Mejor imposible.

RECONOCIMIENTO MUTUO Nadal contrarrestó ganando también su juego en blanco pero con cuatro errores no forzados de Federer que se jugó cada resto con golpes ganadores para evitar los largos intercambios a los que le obliga a jugar Nadal y que acaban minando su moral. El tenista rompió a la primera oportunidad que tuvo a la media hora de juego(5-3) y se apuntó la primera manga.

Nadal deambulaba sobre la pista azul como perdido. No encontraba la manera de entrar en el cuerpo a cuerpo que tanto le gusta y tampoco podía machacar a Federer sobre el revés. En el O2 la bola bota baja y el tenista suizo podía incluso hacer golpes ganadores. "Federer ha jugado increíble, a un nivel muy alto, agresivo, valiente y no me ha dado muchas opciones, la única que he tenido la he aprovechado en el segundo set", explicaba Nadal. El número uno encajó con deportividad la derrota e incluso al final del partido, en el último punto, ni discutió la bola que botó en el ángulo y que Federer con 40-0 iba decidido a pedir la revisión. No hizo falta. Nadal se quitó la cinta de la cabeza y se dirigió a la red para felicitar a Federer. No quiso excusarse en su cansancio. "Quizás me ha

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