Dicen que un triunfo tiene el valor del enemigo a batir. Uno de los mejores pilotos de la historia, el mejor del Siglo XXI, el que será a final de año hexacampeón del mundo, Lewis Hamilton, examinó todas las cualidades de Charles Leclerc en un durísimo y espectacular duelo. Y el monegasco superó el examen con nota para anotarse la segunda victoria consecutiva, para desatar el delirio ferrarista en Monza, donde la Scuderia no ganaba desde 2010 con Fernando Alonso. El joven monegasco de 21 años es ya el ídolo de todos los tifossi. Carlos Sainz abandonó cuando era sexto tras un error en los botes.

LECLERC PROTAGONISTA

El rendimiento de Leclerc cada semana le ha llevado a asumir un papel más protagonista en Ferrari en la misma medida en la que Vettel se ha ido apagando, encogido a medida que su joven compañero la ha superado en la pista. El alemán, el tetracampeón, el teóríco número 1 de la Scuderia, se quejó el sábado de que Leclerc no le proporcionara un rebufo en el intento decisivo hacia la pole. Y puede que tuviera razón si eso era lo pactado. Pero el roce, la discusión, la queja, quedará olvidada en un viejo cajón de Maranello. La carrera de uno y otro el domingo acabó de echarle la llave a ese cajón. Mientras Leclerc se comportó como un auténtico número 1, —arrinconó con maestría y solvencia a Hamilton en la salida para liderar la carrera con un gran ritmo— Vettel se echó a perder en un trompo en Ascari y fue penalizado con una parada de diez segundos por un regreso inseguro a la pista tras llevarse por delante a Lance Strolz, una maniobra parecida a la que le apartó del triunfo en el GP de Canadá y que le dejó último en Monza cuando se cumplía un tercio de carrera.

ADVERTENCIA A LECLERC

Las maniobras de Leclerc, en cambio, maravillaron, sobre todo, por la categoría del rival, Lewis Hamilton. El monegasco aguantó con frialdad, el regreso a pista tras la única parada. Hamilton se había detenido una vuelta antes, disfrutaba de los neumáticos en su temperatura correcta, y coincidieron en la primera curva, pero Leclerc no se inmutó. Con un compuesto medio (a Leclerc le montaron el duro) Hamilton le apretó al máximo. La primera defensa de Leclerc fue un interior en la parabólica sobre Nico Hulkenberg (el alemán no se había detenido en boxes aún). La segunda fue apurar el reglamento al máximo para volver a arrinconar a Hamilton cuando parecía que le podía superar en la Segunda Variante. Los comisarios encabezados por la española Silvia Bellot enseñaron la bandera negra y blanca a Leclerc: amonestación, una especie de tarjeta amarilla para advertir que otra maniobra así le ocasionaría sanción. Pero Leclerc seguía manteniendo por detrás a Hamilton superado el ecuador de la carrera, mientras se defendía del momento más delicado, las 10 o 15 vueltas que los que los neumáticos medios de Hamilton rendían mejor que los duros de Leclerc.

HAMILTON PEDÍA MÁS POTENCIA

“Corre mucho en la recta, dame más potencia tío”, le gritaba Hamilton a Bono, su ingeniero, tras ver como una vuelta tras otra, Leclerc aguantaba e la recta principal y la frenada de la primera curva, el único punto de adelantamiento claro en Monza. Hamilton no dejó de presionarle buscando un error, aunque fuera pequeño. Y llegó en el giro 36, bloqueó en la frenada, pero se fue como un rayo por la escapatoria, salió por delante, y se defendió bien en Ascari de nuevo. Pero en esa lucha las gomas sufrieron. “Me estoy quedando sin gomas”, dijo Hamilton. “Sigue así, presionalo, busca su error”, le contestó Bono.

No llegó ninguno más de Leclerc, sí uno de Hamilton, que le costó ser adelantado por su compañero Valteri Bottas. El pentacampeón, además, se quedó si poder de reacción con los neumáticos dañados por el sobrecalentamiento. Hamilton dejó de ser un problema para Leclerc que ahora veía como se acercaba a él Bottas, con neumáticos más nuevos y conservados. Solo se acercó, no se atrevió a más ante un chico que junto a Max Verstappen, será el dominador de la F-1 por muchos años. Esta vez sí lo celebró. Una semana atrás, la muerte de su amigo Anthoine Hubert en la carrera de F-2, tiño de luto la celebración en Spa de su primera victoria. Esta vez, la disfrutó a tope, en el mejor escenario para un piloto de F-1, y más si es piloto de Ferrari.