Jürgen Klopp llegó a la cantina de Melwood, la instalación de entrenamiento del Liverpool, junto al ‘staff’ para dirigirse a los jugadores y al personal del club. Era viernes 13 y por la mañana la Premier eague había anunciado la suspensión de la liga al conocerse los positivos por covid-19 de Mikel Arteta y Callum Hudson-Odoi. Esta vez el técnico del Liverpool dejó de lado las bromas, el lenguaje épico y se limitó a comunicar la cancelación de los entrenamientos. Los jugadores se ejercitarían en casa. Y añadió dos mensajes.

Primero, pasase lo que pasase, la obligación de mantener el contacto con la familia futbolística. Dejarse ayudar si alguien se sentía angustiado y sostener regularmente comunicaciones con alguno de los grupos de Whatsapp del equipo o incluso personalmente con él. Segundo, informar de inmediato a los médicos del club si alguno de ellos presentaba algún síntoma del virus. Nadie, subrayó Klopp, debería avergonzarse de llamar en caso de necesidad. Porque nada, insistió, evitaría que el Liverpool ganara la liga.

Cuando terminó, el estado de ánimo era sombrío. Los jugadores se despidieron fríamente, sin darse la mano, sin abrazarse, sin saber realmente cuándo volverían a verse. Así lo recogen las crónicas de los medios locales de Merseyside. La plantilla que había llevado al Liverpool a un título histórico, que había destrozado los récords de partidos invictos de las grandes ligas europeas, se despidió sin saber si sería el final de todo o simplemente un accidente.

Antes de que el brote de coronavirus desencadenara la suspensión del fútbol, ??el Liverpool había alcanzado una ventaja de 25 puntos sobre el Manchester City y su sequía de 30 años sin liga estaba a punto de llegar a su fin. Solo necesitaba seis puntos, dos victorias, para asegurarse matemáticamente el título.

Mientras tanto, la incertidumbre sobrevuela Liverpool y sus fans. La situación parece un monumento extraño a la angustia de la ciudad. A medida que la pandemia del coronavirus avanza, el fútbol se retira en las sombras de la irrelevancia, pero el debate sobre qué sucederá con el primer título de liga de los últimos 30 años del Liverpool sigue más vivo que nunca.