«En su día me dio clases de natación, y es un gran tío, espero que triunfe. Estuve con él después del debut ante el Mallorca y el equipo, que estaba fatal antes, consiguió ganar». Lo dice, con evidentes dosis de orgullo cómplice, el laureado marchador extremeño Álvaro Martín Uriol sobre Carlos Martínez Fernández (Llerena, 13 de noviembre de 1980), el flamante segundo entrenador y preparador físico del Leganés. Martínez, mano derecha de Luis Cembranos en el nuevo cuerpo técnico del ‘Lega’, espera que siga la racha y esta noche (21.15 horas, Santiago Bernabéu) «vamos a ir a por todas, aunque ante el Madrid te puedan meter siete, pero nosotros confiamos, por qué no, en hacer algo grande», dice el propio protagonista a este diario.

Cosas del destino y de la vida misma. Dos llerenenses que convergen tras trayectorias y edades dispares, pero confluyentes en la doble pasión del paisanaje, de un lado, y del fútbol y el atletismo, esto es, del deporte, de otro. Los dos viven en Getafe, y ambos se profesan un gran aprecio.

«Álvaro tiene las cosas muy claras. Es muy maduro. Lo que no sé es como puede hacer esos 20 kilómetros prácticamente andando. Yo hice en su día una maratón y casi me muero», dice distendidamente Carlos Martínez, un ídolo para afición del cuadro pepinero como futbolista y que espera corresponder al cariño que recibió en su día en dos épocas con un trabajo que sirva para la permanencia en la Primera División.

«Bombazo»

«Mira que si ganan en el Bernabéu… sería un bombazo». El marchador ya es un seguidor más del Leganés, es evidente. «Carlos fue mi profe de natación siendo yo un crío allí en Llerena. El dice que siempre se ha acordado de mí. Yo le recuerdo teniendo el pelo largo y también que se fue a Madrid a jugar al fútbol y nos perdimos la pista. Luego le seguí en su trayectoria. Era el capitán del Leganés y estaba para subir a Segunda. En la promoción se lesionó y necesitaba recuperarse urgentemente y un amigo mío fisio de atletismo le empezó a tratar y él le dijo que era de Llerena. Le trató en la Residencia Blume y ahí coincidimos y desde entonces tenemos más contacto. Al final subió con el Leganés», cuenta Álvaro Martín con indiscutibles dosis de admiración.

Y es que Carlos Martínez arrastra una historia deportivo-futbolística-pasional detrás muy llamativa, con el fútbol como modus vivendi y con un esfuerzo de dimensión personal, pero también universal, que incluye experiencias profesionales en China y en Arabia, ésta la más reciente, antes de su retorno a Leganés. «Yo había jugado en Llerena en Regional Preferente y disputado unos playoff ante el Gran Maestre y Cerro de Reyes, recuerdo que disfrutamos mucho ese año pero en ningún momento pensé que me podía dedicar a esto», relata tras el entrenamiento con el equipo pepinero y horas antes de cruzar unos pocos kilómetros de la M-40 para llegar al coliseo de La Castellana.

«Con 18 años me fui desde el pueblo a Madrid», dice. A partir de ahí, muchos equipos madrileños, alguna experiencia en el Villanueva de Córdoba, firmando una carrera notable, con altos y bajos, aunque sin llegar a la élite ni jugar en Extremadura, «aunque pude ir al Mérida si hubiera firmado Pablo Alfaro como entrenador, pero no fue al final».

Él se fue preparando para poder ejercer como preparador físico y nutricionista en canteras como el Atlético de Madrid, una vez terminada su carrera futbolística, «muy a mi pesar, pues me hubiera gustado seguir más años». Se retiró hace seis años y desde entonces se ha buscado y ganado -y muy bien y honestamente-- la vida siguiendo con el balón siempre como eje fundamental de su vida, familia aparte. «Estaba en tres ligas distintas de aficionados », revela. Ahora le será imposible, aunque hasta la semana que viene no se puede refrendar que el equipo de Cembranos siga.

«Empezamos bien, lo de Madrid ya se verá y el fin de semana, ante el Eibar, será realmente lo más importante». A él, evidentemente, le gustaría consolidarse en Primera porque debe ser la próxima semana cuando se acabe con la interinidad del cuerpo técnico. Y que su paisano Álvaro lo vea. Y que se vean también en Llerena, donde Martínez está deseando volver por unos días. Las raíces son las raíces.