EXTREMADURA DATO: Lorena Infantes (12), Valentina Aragonese (11), Lourdes Peláez (8), Amra Dapo (6) y Kelly Santos (15) ícinco inicial- Sonia Borges (6), Mavi Sánchez (0) y Korie Hlede (8).

CELTA VIGOURBAN: Maja Miljcovic (14), Laura Nichols (8), Alba Torrens (2), Maja Erkic (8) y Raza Mujanovic (15) ícinco inicial- Gema García (3), Minica Jorge (0), María José Alonso (0), Dragana Svitlica (4) y Pilar Valero (5).

MARCADOR POR CUARTOS: 26-17, 39-33 -descanso- 57-42 y 70-59.

ARBITROS: Pagán y López. Muy buena labor. Sin eliminadas.

Lágrimas por un inmerecido descenso. Parece que existe una maldición en el deporte pacense que le impide disfrutar y le condena a sufrir una y otra vez.

Un año y once días después del histórico ascenso a la Liga Femenina, aquellos abrazos de alegría en La Seu DIUrgell se transformaron ayer en abrazos de un dolor desgarrador en Badajoz después de que el Extremadura Dato hiciera un partidazo impresionante ante el Celta Vigourbán, venciéndole por 70-59 pero su íntimo enemigo, el Mann Filter Zaragoza, ganara al Irún Hondarribia por 81-77.

CUMPLIERON Las jugadoras de Fernando Méndez hicieron lo que tenían que hacer: ganar su partido e informarse de los últimos segundos del encuentro en Zaragoza, abrazadas al lado del banquillo. Las mañas, que habían ido perdiendo durante todo el choque, de 8 puntos al descanso y de 9 en la reanudación, se habían puesto por delante en el último minuto, con posesión para las vascas que no aprovecharon, por lo que la victoria aragonesa desmoronó a las pacenses sobre el parqué y fundió a más de dos mil espectadores en pie, en un impresionante aplauso, en uno de los momentos más emotivos que se recuerdan en el baloncesto extremeño.

A las ocho y media de la tarde, la Liga Femenina se evaporó como por arte de magia, dejando mil imágenes imborrables en el recuerdo: aquel debú triunfal ante Burgos, el polémico arbitraje frente al San José, la visita del campeonísimo Ros Casares, la paliza al Extrugasa, el primer triunfo fuera en Canarias, las tres últimas victorias consecutivas en casa y muchas acciones individuales de Lorena y compañía y de las mejores jugadoras de Europa que han pasado por el pabellón de La Granadilla.

GRAN LORENA Precisamente, sentada debajo de una canasta lloraba sin consuelo posible la jugadora de casa con más peso del equipo, la base Lorena Infantes, que no podía contener su tristeza, al igual que sus compañeras, que también han hecho una temporada fantástica, pese a no haber logrado el objetivo que se había marcado tras aquel casi inesperado ascenso a la élite, hace casi un año.

La categoría se pierde por momentos puntuales: multitud de lesiones en una plantilla corta, la inexperiencia del inicio, la derrota ante Zaragoza en casa y la aparición de la Virgen del Pilar varias veces en la temporada en cancha aragonesa.

En la tarde-noche de ayer, cuando se apagaban las luces de un pabellón que por primera vez en su historia fue la casa de un equipo de máxima categoría, el último mensaje no fue adiós sino hasta luego .

Seguro que en el futuro volverá la Liga Femenina bailando al son que marca la número siete, ese balón enamorado de Lorena Infantes.