De pronto, Lewis Hamilton preguntó por la radio: «¿Estamos bien?». Acababa de cruzar la bandera a cuadros bajo la inusual lluvia en Budapest, con los neumáticos de lluvias extrema. «Eres pole compañero», le contestó Bono, su ingeniero de pista, mientras el jefe Toto Wolff celebraba a lo grande en el box de Mercedes que sus dos coches copan la primera línea de la parrilla del GP de Hungría, por delante de los dos de Ferrari, en un circuito que en seco, les colocaba por detrás de Ferrari y de Red Bull.

Fue una crono complicada, con continuos cambios de adherencia a causa de la lluvia, en la que se utilizaron todos los tipos de neumáticos, con una pista cambiante, que no recibía agua desde 2006 durante un gran premio de F-1. Es como si el cielo se hubiera conjurado para generar las condiciones en las que Hamilton es mejor que Vettel. «No lo esperábamos», confirmó el inglés. «Ferrari ha ido más rápido todo el fin de semana en seco, pero la lluvia lo ha igualado todo. Ha sido muy difícil conducir», confesaba Hamilton, feliz de ver también a su gran rival, Sebastian Vettel, en segunda línea, pero por detrás de Kimi Raikkonen.

No fue el día de los Red Bull cuando todo parecía indicado para ellos. Una mala estrategia dejó a Daniel Ricciardo en la Q-2, mientras que Max Verstappen nunca inquietó a los grandes. Sí lo hizo Carlos Sainz. «Estoy muy contento, porque las condiciones eran muy difíciles. Es una de esas actuaciones que hay que hacer a lo largo del año. Nunca había rodado con el Renault en agua».

Sainz estuvo entre los más rápidos con el neumático seco en la Q-1, con el intermedio en la Q-2 y con el de lluvia extrema en la Q-3, donde era tercero, hasta que al final los dos Mercedes se metieron arriba para firmar una fenomenal quinta posición, igualando la mejor clasificación lograda en su carrera en F-1. «Sobreviví en las dos primeras mangas, pero en la Q-3 comencé a disfrutar mucho sabiendo que con los neumáticos de lluvia extrema tenía el coche por la mano y podía hacer algo importante».

ALONSO, NI EN COHETE / Fernando Alonso también aprovechó la lluvia para mejorar la posición natural según el potencial de su coche. «Fue bastante divertida. En seco íbamos a estar mucho más atrás, y estamos más cerca de los puntos», explicó el asturiano, que fue rotundo en la radio de su coche cuando al final de la Q-2 su ingeniero le preguntó si quería neumático de lluvia extrema o intermedio. «No sé, compañero. Pon el neumático que quieras. Incluso si pones un cohete, nos quedaremos P11», le contestó Alonso.