Dos operaciones a causa de un severo tumor cerebral en un periodo de dos años te dan una perspectiva radicalmente distinta de la vida. Definen tus prioridades. Las de la mallorquina Catalina Corró, uno de los valores de la natación española también han cambiado. «Han sido un reset mental. Lo valoras todo de forma muy diferente», confiesa esta joven nacida hace 24 años en Inca, donde han dado su nombre a la piscina municipal.

Cuando están a punto de cumplirse dos meses de su segunda operación, la pesadilla empieza a quedar atrás para la nadadora del CN Sabadell, oro en 400 estilos en los Juegos del Mediterráneo del 2018, finalista en la misma prueba de ese mismo año en Los Mundiales de piscina corta disputados en Hangzhou (China). «Lo que he vivido con el tumor me ha hecho más fuerte», asegura ahora con perspectiva. «Si he logrado superar el tumor dos veces, estoy preparada para cualquier cosa».

Una sonrisa se dibuja en su cara cuando explica el diagnóstico de los doctores Javier y Jon Olabe, padre e hijo, los especialistas en neurocirugía que se encargaron en Mallorca de la operación del pasado 23 de octubre y ya habían intervenido en la primera. «Me han dejado solo una pequeña parte del tumor. Apenas llega al 1%. Todo ha ido muy bien. Me dicen que difícilmente se reproducirá y que en un 90% no tendré que volver a operarme. Pero claro, también me explican que en medicina, dos y dos no son cuatro. Si en la primera operación veía más incerteza, en esta los vi mucho más seguros y convencidos», desvela la mallorquina.

«Cata es capaz de conseguir todo lo que se proponga por su tenacidad. Pero es así con todo en la vida, no solo al nadar», remarca su entrenador en el CN Sabadell, Álex López. Fuera de su familia, el técnico y la nadadora Judit Ignacio, con la que comparte piso, son las dos personas que han vivido más de cerca todo el proceso. «Son dos de los pilares que me han sostenido en este tiempo», reconoce Corró.

Un largo proceso

El drama empezó hace algo más de dos años. En marzo del 2017, la joven deportista empezó a sufrir mareos y episodios epilépticos de ausencia (su cuerpo se desconecta durante unos cuantos segundos y sus músculos no reaccionan). Las pruebas confirmaron las malas noticias. Casi de forma inmediata pasó por el quirófano. La intervención fue bien, pero sin acabar de extirpar todo el tumor para no provocar daños irreversibles. La previsión era que en cinco años volviera a operarse. Pero en una revisión habitual en septiembre, la realidad volvió a golpearla.

«Me dijeron que lo que debía crecer en cinco años, lo había hecho en seis meses. Se me desmontó todo. Así como la primera vez dije ‘adelante’, esta vez tuve que prepararme para entrar el quirófano. Me costó muchísimo. Lo llevé muy mal. Septiembre fue el peor mes de mi vida», relata la mallorquina.

Necesitada de comunicarse y exteriorizar sus miedos, se sinceró en su cuenta de Instagram. «Los ataques de ansiedad, las noches sin dormir por miedo a cerrar los ojos y los días enteros llorando pasarán. Y la vida me enseñará a valorar más lo que tengo a mi alrededor», explicaba en un post, que generó una ola de solidaridad en el deporte y también entre cientos de personas anónimas que le mostraron su apoyo y la animaron a seguir adelante. «Sentía que tenía que hacerlo. Cuando gané los Juegos del Mediterráneo me escribió mucha gente diciéndome que mi historia les había ayudado . Y esta vez pensé, si puedo ayudar aunque sea explicando que lo estoy pasando mal y que eso es lo normal, pues lo haré», valora.

Volver a la normalidad

La angustia la acompañó en los días previos a la operación y también en el posoperatorio. «Cuando me desperté en la UCI, me pasé dos días sin que nadie me dijera nada y pensaba: ‘si nadie me lo dice, es que ha debido ir mal’. No recordaba que me lo habían explicado nada más salir de la operación. Y no me atrevía a preguntar», rememora ahora.

En estas primeras semanas de diciembre, todo el estrés empieza a desaparecer. Corró recupera sus rutinas. Las clases en la Universidad Autónoma y los estudios de segundo de medicina. Los entrenamientos en el Club Natació Sabadell. El reencuentro con sus amigos y sus compañeros de entreno. «Después de un mes en casa me subía por las paredes. Necesitaba recuperar mi día a día. Aparte de para estudiar, para coger la rutina de mi vida normal, para no sentirme diferente», comenta la mallorquina, que ha trabajado con una psicóloga durante todo este tiempo.

«Ella es muy sensata y me explica qué le fue bien y no en la otra operación y yo lo valoro», relata Álex López. «Lo importante es que se recupere pero por su forma de ser no puedes quitarle importancia a la natación. A ella le gusta competir y cada vez me va pidiendo más», admite el técnico, que supervisa su día a día con el preparador físico Antonio Jiménez y Gaby, la fisio del club.

«Algunas veces me lanzo al agua y me voy hasta el fondo», descubre Cata. «Y desde abajo, veo pasar a los que nadan. Ahí abajo todo es silencio. Es una sensación de paz absoluta», añade Corró, que intenta recuperarse pieza a pieza, mental y físicamente, antes de reintegrarse en el duro hábito de la competición. «Soy consciente de que hay que ir con tranquilidad y que no hay que forzar el cuerpo más de lo que se puede».

La nadadora de Inca asume que el proceso vivido supone renunciar a los Juegos de Tokio, que era una de las prioridades y parecía tener al alcance. «Ella ya ha nadado por debajo de la mínima olímpica. Nadó el 200 estilos en la Universiada del pasado verano por debajo de la mínima (2.12 minutos). Sabíamos que con solo repetirla, estaba en los Juegos. Y claro, empieza la temporada y te encuentras con un golpe duro. Pero al final valoras lo que es importante en la vida», reflexiona su entrenador.

«Antes de operarme, Tokio era mi objetivo. Pero ahora voy día a día. Solo quiero disfrutar más de la natación. Y ahora lo hago más que antes de operarme. Está en mi esencia. Es verdad que se me ha roto el sueño olímpico. Pero tener que renunciar a unos Juegos no es lo que me ha hecho llorar. Me hizo llorar más perderme mi rutina, estar con mis compañeros, ir a la universidad. Lloraba por la rabia y la impotencia de pensar que si no me merecía que me pasara esto una vez, menos aún que me pasara dos», aclara Cata.

Jornadas dobles

El suyo será un regreso sin prisas. Sin metas ni objetivos por ahora, más allá de volver a recuperar la forma y dar tiempo a que su sistema nervioso le responda. Vuelve a hacer jornadas dobles. Pero lejos de las seis horas que hacía, con sesiones de 5.30 a 8.30 de la mañana, tiempo para ir a la Universidad y estudiar, y luego de 15.30 a 18.30.

«Ahora es como el posoperatorio», reflexiona Álex López. «Ella está muy bien constituida físicamente. Musculada, fibrada. Lo importante es que acabe el año bien física y mentalmente. En enero haremos una concentración en Eivissa y luego ya nos pondremos objetivos. Y luego, veremos. Igual el Europeo de mayo ¿por qué no? A ella le gusta la pelea...», valora el entrenador del Sabadell.

«Tan solo le he planteado a Álex que me gustaría estar nadando en el Open (el abril del próximo año) el 400 metros estilos. Pero sin buscar marcas ni nada», sentencia Corró. «Ahora para mí eso significa tocar la pared y hacerle la señal que tenemos de que todo está bien. Poder decir que he vuelto».