Quienes lo conocen bien aseguran que Jorge Lorenzo estaba "como una moto", y nunca mejor dicho, minutos antes de dirigirse a la parrilla del Gran Premio de Qatar de MotoGP, su debut en la categoría soñada. Quienes le conocen bien afirman que no fue fácil hacerle entender que debía de tomárselo con calma y no meterse más presión de la debida. "Si había llegado hasta allí, hasta la pole, hasta liderar la parrilla de salida de su primer gran premio en MotoGP, no era cosa de perderlo todo por ser demasiado apasionado el día menos indicado", comentaba Dani Amatriain, que no cabía de gozo tras el papelón de su discípulo en Doha, donde fue segundo detrás del campeón Casey Stoner.

LA PROMESA Bastó un poco de conversación y un discurso didáctico para demostrarle que de hacer una salida normal, estaría delante sin problemas. Y de eso se encargó Ramón Forcada, su jefe de mecánicos.

Llegado a la parrilla, Xavier Ullate, el que fuera, entre otros, el mecánico predilecto de Alex Crivillé, ahora junto a Lorenzo, le sostuvo la moto, agarrándola por la cúpula como si de un cochecito de bebé se tratase. Y mientras Lorenzo se bajaba la visera, Ullate le miró fijamente y le dijo: "Jorge, hazme un favor, anda: acaba la carrera". "Descuida, no te preocupes", le susurró el mallorquín. "La acabó y nos dio una lección de la madera de la que está hecho. Es un gran piloto", añadió por la noche Ullate.

El caso es que Lorenzo solo recogió elogios en Qatar. De viernes a domingo. Bueno, más, mucho más, porque el viernes anterior ya fue el mejor y el más rápido en los últimos ensayos de la pretemporada. "Lo grande de Jorge --dijo el mítico Randy Mamola, exsubcampeón del Mundo-- es que todo lo que ha hecho, lo ha hecho solo. Es muy joven, no tiene experiencia en MotoGP y, encima, ni siquiera tiene compañero de equipo, pues Valentino Rossi lo ha aislado por completo. Y no tener referencias de tu compañero te complica mucho la vida". Mamola alargó su elogio al decir: "No ha cometido un solo error en todo el fin de semana".