Ya está. Ya lo ha logrado. Y a lo grande. Solo él podía conquistar una victoria así, repleta de récords, de gestas, de dominio, de atrevimiento.

Ya está, ya es uno de los más grandes. O casi. O está en camino. Tiene rendido a medio mundo. "Pole Newman", le ha llamado Il Corriere della Sera . Triunfador, le dice todo el mundo. Atrevido, le cantan las muchachas. "¡Guapo, más que guapo!", le decía la chica del paraguas que le puso ayer Fiat en la parrilla de salida del Gran Premio de Portugal, que no era otra que la más bella del programa italiano Caiga quien caiga, que se llama Las Hienas.

Jorge Lorenzo (Yamaha), el chico de casi, solo casi, 21 años (20 años y 343 días), ganó ayer la carrera de Estoril. Y lo hizo como solo saben hacerlo los mejores. Es decir, sus dos rivales de ayer, Dani Pedrosa (Honda), segundo, pegadito al mallorquín, pero segundo, a su rebufo, y Valentino Rossi (Yamaha), el heptacampeón, el líder de una generación, de una ilusión, de un mundo, el mundo de las carreras, que quedó tercero a casi 13 segundos.

Y lo hizo como lo hacía su ídolo de toda la vida, de su infancia, de su juventud, aquel del que jamás, jamás, ha blasfemado, el polémico italiano Max Biaggi, el eterno rival del Doctor , aquel que ha colocado un muro entre Lorenzo y él. "Soy feliz, muy feliz por ti, pero también porque has sabido ganar como un gran campeón, que es lo que eres", le dijo Supermax cuando, al bajar del podio de Estoril, le llamó Lorenzo.

Y es que Lorenzo no solo se convirtió el sábado en el debutante más joven de la historia que logra las tres primeras poles del año. También, y por un día de ventaja sobre Dani Pedrosa, es el piloto más joven que enlaza tres podios consecutivos en MotoGP. Pero, en la guerra de Estoril, Lorenzo, con su estilo agresivo ("¡Dios, nadie sabe lo que me duelen ahora los brazos, tendré que operarme ya!", gritó al llegar a la sala de prensa), ganó muchas otras batallas.

Ganó la batalla de la superstición: cambió su casco dorado de las carreras por el rojo de los entrenamientos y venció; le demostró a Rossi que hizo mal en cambiar de Michelin a Bridgestone, una gran lección; le ganó el segundo pulso a Pedrosa, que, ahora sí, sabe que tiene otra dura piedra en su camino a la gloria tan dura y pesada como, en su día, no hace mucho, lo fueron Rossi y como lo es Casey Stoner; y ha logrado, con su espectacular victoria, que aquel que no lo quería en su equipo, Rossi, sufra la humillación de sumar, por primera vez en su larga y victoria vida en MotoGP, siete grandes premios seguidos sin ganar: Japón, Australia, Malasia y Valencia en el 2007 y Qatar, Jerez y Estoril en el 2008. Fue una carrera tan inmaculada que los hay que ya piensan en Lorenzo como candidato al título y esa sí sería una proeza, la de ser el campeón de la máxima categoría más joven de la historia. Tiempo tendrá.

Fue, desde luego, un visto y no visto. Rossi, obsesionado con evitar que Pedrosa se escapase, intentó huir, pero los dos españoles se fueron tras él. Pedrosa vivió ocho duras vueltas hasta superar a Giorgio a final de meta, pero luego el mallorquín los humilló a los dos. Al catalán le devolvió la jugada en el mismo punto y a Rossi lo fulminó en la chicane, en el estrechamiento de Estoril. Interior de izquierdas al heptacampeón y escapatoria en la curva de derechas. Y adiós, muy buenas.

BAUTISTA, A PLACER Está señalado por todos como el gran favorito para adjudicarse el título mundial de 250cc y heredar la corona de Jorge Lorenzo. Es dicen, el próximo gran piloto que dará el salto a MotoGP con una Suzuki grande, o una Aprilia.

En 125cc, con victoria apurada de Simone Corsi, hubo otros dos podios españoles: los de Joan Olivé y Nicolás Terol. Estoril se dio muy bien.