Ha llegado la hora de empezar a recoger lo sembrado. Puede que el asfalto no sea la tierra más adecuada para recolectar las mejores peras, los mejores melocotones, los sabrosos títulos, pero sí es el lugar en el que un puñado de intrépidos muchachos, liderados por el mallorquín Jorge Lorenzo, han convertido el Mundial 2010 en un auténtico vergel.

En ese jardín de los sueños, Marc Márquez (Derbi, 125cc), Julito Simón (Moto2) y el propio Lorenzo (MotoGP) espolvorearon ayer en el Gran Premio de Malasia un manjar que aún no habían saboreado: por vez primera en la temporada, la armada invencible española consiguió acaparar las tres pole positions de un gran premio.

Y lo hicieron con la misma eficacia, contundencia, señorío y categoría que han utilizado para conseguir esta temporada las 31 victorias (de 40 posibles) y los seis triples históricos que acumulan entre Pol Espargaró, Márquez, Nico Terol, Toni Elías, Jorge Lorenzo y Dani Pedrosa, conquistados en catedrales motociclísticas del tamaño de Xerez, Le Mans, Sachsenring, Brno, Indianápolis y Misano.

SIN NECESIDAD DE GANAR Son tan buenos, lo han hecho tan bien, con tanta calidad y dominio, que para coronarse reyes ni siquiera tienen la necesidad de ganar. Si lo hacen, estupendo, pero sino, también. "Ha llegado el día y la hora en la que ganar no sea lo más importante y espero y deseo que todo el mundo coincida con nosotros", dijo ayer Lorenzo tras lograr su séptima pole de la temporada y sumar ya 41, poniéndose a tan solo una del récord que ostenta Jorge Martínez Aspar, otro que tal.

El bicampeón mallorquín persiguió el primer puesto de la parrilla con empeño.

"Ya bastante nervioso estoy como para complicarme la salida partiendo desde otra línea que no sea la primera. No, no, así me aseguro un arranque sereno, como el que yo quiero". Y, a partir de ahí, y tras unas primeras vueltas a tope, Lorenzo lo tiene claro: "Empezaré a pensar qué es lo que más me interesa".

Su objetivo indiscutible ahora es el título mundial de MotoGP, empatar con Alex Crivillé, que lo logró entonces en el año 1999. Su camino: acabar entre los nueve primeros. La estrategia: "No pienso jugármela, no aquí, no ahora, no en esta carrera".

Quedan cuatro carreras. Lorenzo, ante la ausencia por lesión de Dani Pedrosa, puede proclamarse rey de reyes a falta, nada más y nada menos, que de tres grandes premios. "Y eso es algo que nos alegraría a muchísimos, de modo y manera que no deberíamos de perder esta oportunidad. Y menos por querer hacer más de lo que debemos", insiste el piloto que ha dominado el campeonato.

Lorenzo reconoció que las condiciones en las que se va a correr este gran premio son "imposibles, agotadoras".

EL CIERRE Conquistador de siete victorias hasta el momento, hace tiempo que el piloto mallorquín ha dejado de pensar en los récords y se ha centrado fundamentalmente en aquello que, a lo largo de su historia, más le ha costado: cerrar las conquistas de sus títulos.

"Por supuesto que estoy nervioso, claro que siento cosquilleo en la barriga, cómo no; y quién no va a sentir eso cuando está a las puertas de lograr el sueño de su vida y el de los suyos", manifestó ayer.

Pese a todo, Lorenzo juega con toda la ventaja del mundo. Ni tiene que ganar, ni ser segundo, ni tercero, ni pelearse con nadie. Esa presión debería jugar a su favor, pero es tan grande lo que le espera tras la bandera a cuadros que muchos entienden que el muchacho, de solo 23 años, este nervioso, ansioso. Hoy es, sin duda, un día histórico para el motociclismo español, con un reto especialmente importante, aunque para ello no se tenga que lograr una gran victoria.