Ante Túnez volví a ver una selección ilusionante. Nuestro equipo tuvo capacidad de reacción y paciencia, y ésas son virtudes futbolísticas claves. El gol de los africanos sorprendió al principio, pero supimos leer el partido y sabíamos que antes o después llegaría una remontada de la que disfrutamos todos.

Creo que fue fundamental la labor de Luis Aragonés, que es un maestro. Yo mismo lo sé por propia experiencia de mi época de jugador. Los cambios que hizo fueron providenciales, con Cesc, Raúl y Joaquín. Para mí Raúl es incuestionable y tiene una importancia grandísima en el equipo, esté como titular o como suplente. Su sola presencia contagia al resto con su personalidad, sus ganas y su aportación en el campo.

Tuvimos el balón y eso también es un factor clave. En fútbol, el equipo que tiene el balón termina por sacar fruto. A mí no me gusta hacer comparaciones en relación a otras selecciones anteriores, incluida en la que estuve yo, pero está claro que en ésta lo fundamental, como ya escribí en mi anterior columna, es la cantidad de variantes que tiene. Todo el mundo puede jugar y lo puede hacer bien.

Tengo que insistir también en Luis. Sabe siempre lo que tiene que hacer, incluso con los cambios arriesgados. Pero aquí el que no arriesga no gana y él tiene al equipo preparado fantásticamente, incluso en lo físico, además de en lo puramente psicológico.

Sobre lo que está haciendo Fernando Torres también es importante incidir. Definitivamente ha asumido su papel. Suma y sigue. Sabe explotar perfectamente su velocidad y su regate, buscando los espacios, es vertical como pocos y puede hacer incluso más. En definitiva, España puede aspirar a todo liderado por un maestro y ayudado por el talento de los jugadores.