Todas las fiestas de Misano acabaron ayer en tragedia. Todas las celebraciones del gran premio se tiñeron de negro. Todos los protagonistas, la mayoría de ellos españoles --pues ayer la armada invencible cosechó el sexto triple del año, el noveno de la historia, suma ya 28 victorias en un mismo año y quedan a solo seis del récord de Gran Bretaña (34 en 1967)--, abandonaron Misano con lágrimas en los ojos y la sensación de que, dentro de 15 días, en el estreno mundialista de Motorland (Alcañiz, Aragón), les puede tocar a ellos. "Sería absurdo, idiota, bobo, sin sentido que nosotros olvidásemos que nuestro deporte, como tantos otros, comporta riesgo, mucho riesgo. No somos farmacéuticos y sería bueno que nos lo repitiéramos habitualmente o lo tuviésemos presente más de lo que lo tenemos".

AUTENTICA MALA SUERTE No habla un cualquiera. Habla el más grande, el ganador de ganadores, el italiano Giacomo Agostini, 15 veces campeón del mundo. "No estoy defendiendo al motociclismo, no tengo necesidad pero, en mi época, moría un piloto cada dos domingos. En el 70, cuando murió Santiago Herrero, se mataron otros 12 pilotos". Ago , que elogió el empuje de Marc Márquez, vencedor de 125cc ante un casi tan portentoso Nico Terol, la fogosidad de Toni Elías, cuya sexta victoria en Moto2 casi le da ya su primer título mundial y la contundencia con la que Dani Pedrosa, ganador ayer en MotoGP, trata de apretar a Jorge Lorenzo, recordó que "entre todos tratamos de que estas cosas no ocurran, pero hay algo que se escapa a nuestras manos: cuando el piloto queda en medio de la pista y se arriesga a ser atropellado por otro piloto".

No solo Ago recordó esa situación desesperante. También Carmelo Ezpeleta, responsable del Mundial y destrozado en el hospital del circuito. "Hace siete años que no moría nadie. Los circuitos son muy seguros, tienen escapatorias, pero si el piloto queda en medio de la pista es impredecible lo que pueda ocurrir". Andrea Dovizioso estuvo a punto de ser arrollado por Valentino Rossi en Brno y Randy de Puniet salvó su vida cuando Mika Kallio, también este mismo año, pasó por encima de su pierna, y la destrozó, en Sachsenring. "Si le hubiese golpeado la cabeza o el tórax no sé qué hubiese ocurrido", recuerda Ezpeleta.

"Debemos animarnos entre todos y seguir corriendo por el bueno de Tomizawa", decía Marco Melandri. "Ha perdido la vida en aquello que amaba. Claro que vamos a 300 km/h, esto es el Mundial de velocidad, no de regularidad, lo tenemos muy claro", dice Mattia Pasini.

UN CHICO ENCANTADOR Todos coincidían en que Shoya Tomizawa era un joven encantador. "Se pasaba el día sonriendo, era muy curioso, siempre te preguntaba para aprender", recuerda, con lágrimas en los ojos, el veterano Loris Capirossi, que, el pasado miércoles, coincidió con el japonés en un acto publicitario del gran premio. "Era valiente, abierto, curioso, siempre feliz y trataba de contagiarte esa sonrisa", indica Dani Pedrosa, que recuerda que el scooter con el que se movía Tomi había sido suyo.

Graziano Rossi, padre de Valentino, vivió consternado la tragedia. "Tengo una enorme tristeza en el corazón, jamás esperas que le ocurra una cosa así a uno de los tuyos", comentó el papá del Doctor . Marco Lucchinelli, campeón del mundo de 500cc en 1981, reforzó esta reflexión al considerar: "Siempre pensamos que no nos ocurrirá a nosotros. Es más, les vemos caerse, levantarse y seguir corriendo y creemos que estamos jugando con la Play Station y no podemos olvidar que, incluso viniendo a los grandes premios, hay muchachos que se matan en la carretera. Es así de duro".