A la espera de lo que hagan los chicos del tenis, la cuarta medalla del equipo español en los Juegos de Río 2016 ya está aquí. La levantadora leonesa Lydia Valentín, de 31 años, consiguió sacarse la espina clavada en Londres y esta vez sí, subirse al podio olímpico del que se quedó a cuatro kilos en 2012. Con un total olímpico de 257 kgs, 116 kgs en la arrancada y 141 kgs en los dos tiempos, la de Ponferrada consiguió meterse en el bolsillo la medalla de bronce en la categoría de -75 kgs.

Atrás quedaron los momentos de rabia e incertidumbre vividos a lo largo de los últimos cuatro años después de que se dieran a conocer los positivos de la rusa Natalia Zabolotnaya y de la bielorrusa Iryna Kulesha, que en aquellos Juegos habían quedado por delante como plata y bronce. También el dopaje de la campeona olímpica, la kazaja Svetlana Podobedova, que solamente fue confirmado el pasado 16 de junio.

Con los galones y el orgullo de ser la virtual campeona de la categoría en Londres, la leonesa se preparó para su demostración ante el público el Riocentro 2 con su ritual habitual. A la música de los raperos Nach y El Chojin se le unieron las muñequeras rosas, a conjunto con una diadema del mismo color, y una coqueta pegatina de Hello Kitty en el cinturón. Todos los amuletos que, hasta el día de hoy, le habían hecho situarse en la élite de la halterofilia mundial.

Únicamente con la excepción de 2010, Lydia no se había bajado del podio del campeonato de Europa desde 2007 ganándolo en 2014 y 2015. La medalla en Río solo ha venido a confirmar lo que la lacra del doping se había empeñado en ocultar. A la espera de que se le reconozca oficialmente el oro de Londres, Lydia ya sabe lo qué se siente al subirse al podio en unos Juegos.