La primera imagen en España de los campeones del mundo de baloncesto fue un arco de agua que produjeron dos camiones de bomberos, bajo el que pasó el avión que aterrizó procedente de Pekín con dos horas de retraso.

Rudy Fernández, escoltado por Sergio Scariolo y Jorge Garbajosa, con el resto del equipo detrás; descendió en cabeza la escalerilla con la copa en la mano y con una sonrisa de satisfacción.

Posaron en aún a las puertas del avión, algunos todavía con los auriculares a la vista y las legañas recientes, todos con su medalla al cuello. Fue la primera de muchas fotos, primero en La Zarzuela, con un Felipe VI que les recibió con una espléndida sonrisa, exultante entre su afición por el deporte y ver cerca el final de un día excepcionalmente ajetreado, después de la ronda de contactos con las fuerzas políticas parlamentarias.

Las primeras declaraciones llegaron en La Moncloa. «Nos habéis dejado muchas imágenes, recuerdo testimonios conmovedores...», empezó diciendo Pedro Sánchez, para encauzar su mensaje: «Le habéis dado esperanza a la ciudadanía, como a esa gente de Orihuela que está sufriendo tanto con las inundaciones y que pudo ir un rato a una cafetería a disfrutar con el baloncesto», discurrió el presidente del Gobierno.

Luego llegó el paseo por Madrid en autobús descapotable, deslucido por la noche cerrada, entre la gente dispersa por los algo más de 3 kilómetros sobre los que se alargaba el trayecto hasta la Plaza de Colón, donde una multitud aguardaba la cita con los campeones, antes de que su jornada terminara con una cena en un restaurante madrileño.

«Me siento muy orgulloso de todo el grupo, no hemos puesto ninguna excusa, siempre hemos tirado hacia adelante. Es alucinante ver a la gente tan contenta y tan feliz», decía Marc Gasol, ya sobre el autobús. «No está mal, no está mal», comentó relajado sobre su segunda celebración de campeón en pocos meses. «La última fueron seis horas...», recordó. Con él en Toronto estuvo Scariolo: «La victoria es un momento que termina, pero compartirlo con los aficionados es fantástico», reflexionó el seleccionador.

Hasta el epicentro de la celebración, habían ido llegando ríos de gente, casi con lleno aún con luz del día, a horas de la fiesta. «Nunca te esperas tanto cariño por parte de la gente, ahora nos damos cuenta de todo el cariño», reconoció Sergio Llull.