El fichaje de Gareth Bale está hecho. Esta vez Daniel Levy no apurará hasta el último día de mercado a Florentino Pérez, como hizo con Luca Modric el año pasado, para aceptar la última oferta del club blanco, que ronda los 100 millones de euros. Una millonada para que el presidente del Madrid añada a su colección el cromo más costoso en la historia del fútbol, aunque Deportes Cuatro rebajaba ayer la cantidad a 88 millones horas después de que la Cope la hubiese cifrado en 99.

Cifras para todos los gustos, menores en cualquier caso de las que se han barajado en los medios ingleses y que la mentidad madridista ni confirmará ni desmentirá cuando haga oficial la operación. Puede ocurrir hoy mismo, una vez realizado el tardío homenaje a Raúl Gonzalez, a quien Pérez no ha querido hacer un nuevo feo relegándolo a un segundo plano con la confirmación de la contratación del jugador galés el mismo día del partido de desagravio a su antiguo abanderado.

Todo el mundo se da por enterado de que Bale vestirá en breve la camiseta con el número 11 del Madrid menos el entrenador del Tottenham, André Villas Boas, aunque finalmente renunció a convocarlo para el partido de la ronda eliminatoria de la Europa League que el equipo londinense disputó ayer en Georgia contra el Dinamo Tbilisi.

El galés no viajó, pero el técnico portugués negó lo que ya daba por hecho la prensa inglesa, que el acuerdo estaba cerrado. "No es cierto que haya firmado ya con el Madrid. Me gustaría que todo el mundo se quedara para ser más fuertes, que es el objetivo del club. Hasta el final todo puede pasar", dijo Villas Boas, que por otro lado sí confirmó que el Tottenham no deja de moverse para reforzarse. Lo de William, el atacante brasileño del Anzhi está ya cerrado a cambio de 35 millones y lo de Lamela, el medio argentino del Roma, casi por cinco millones menos.

"Estamos en las dos últimas semanas de actividad en el mercado y tanto en defensa como en ataque veréis la llegada de nuevos refuerzos", afirmó, mientras el director deportivo del Tottenham, Fraco Baldini, ya se encontraba en Madrid.