Hacía ya mucho que Kimi Raikkonen se había duchado. Su bólido se había parado tras romperse el cambio e, incluso, el acelerador. Faltaban 12 vueltas y Felipe Massa, el otro rojo, el único en condiciones de defender el honor de los campeonísimos de Maranello, marchaba en cuarta posición. Pegadito a él estaba Sebastian Vettel (Red Bull), pero no podía pasarle. Y, mucho más atrás, casi 20 segundos detrás, Fernando Alonso (Renault) pilotaba sereno, manteniendo su sexta plaza. De pronto, Gordon Smdley, ingeniero de Massa, le gritó por radio: "Te estas quedando sin gasolina. Pon el mapin P3 de bajo consumo, si no tendrás que entrar a repostar". Y Massa redujo su velocidad de crucero. Y Vettel se pegó aún más.

"Tranquilo, Sebastian, que Felipe no tiene gasolina, ya le pasarás", le comentó Guillaume Rocquelin, ingeniero del joven de Red Bull. "¿Has puesto P3?", le insistió Smdley al brasileño. "¡Claro que lo he puesto, pero qué quieres que haga, Vettel está pegado!", respondió enojado Massa.

Todo el muro se dio cuenta del fracaso de Ferrari y Simon Ranier, ingeniero de Alonso, animó a su chico: "Fernando aprieta, aprieta, que Felipe se ha quedado sin gasolina y puedes pasarlo". Y el bicampeón arañó cuatro y hasta seis segundos por vuelta a Massa. Y, faltando, cuatro giros, Vettel fulminó a Massa; y, faltando dos, Alonso superó al ferrarista que, en efecto, logró cruzar la meta sexto, pero solo pudo dar media vuelta de honor porque se quedó sin gasolina.