MERIDA: Segura; Antonio Moreno (Rodrigo, min. 79), Pepín, Juan Carlos, Víctor Marco; Vera, Segovia, Comini (Cuevas, min. 63), David Pirri; Luciano y Carreño.

PORTUENSE: Wilfred; Jorge Herrero, Salido, Merino, Zanotti, Rubio; Chuchi, Suárez, Ocaña (Ezequiel, min. 84); Moncho (Juan, min. 90) y Jito (Limones, min. 63).

GOL: 0-1, min. 75, Ocaña.

ARBITRO: Fernández López (del comité castellano-leonés). Bien. Amonestó por parte del Mérida a Segovia (30´), Vera (45´) y Pepín (80´); por el Racing Portuense vieron cartulina amarilla Jito (51´), Jorge Herrero (69´) y Suárez (74´).

Se han empecinado los tiempos actuales en deslucir el fútbol. Esto, junto al consumo que lo rodea, lo están matando. Está más atento el balompié actual en destruir y no dejar jugar al contrario que pisar las áreas y divertir. Si se estrecharan los terrenos de juego 20 metros por cada portería, no pasaría absolutamente nada.

El fútbol actual, al menos en Segunda B, al menos ayer, se juega en los 60 metros del centro del campo. Y encima se juega mal. Lógico que el nivel de espectadores descienda cada jornada, cada temporada.

Así lo quiso al menos el partido que se marcaron ayer Mérida y Racing Portuense. Al Mérida le cabrea jugar de local, porque no sabe. Al Portuense le faltaban piezas importantes, de ahí que su técnico, José Luis Burgueña, optara de nuevo por jugar con tres centrales y dos carrileros. Sin muchos frutos, por cierto.

Los de Jaime Molina no se jugaban prácticamente casi nada, los gaditanos todo, y aún así mereció más el Mérida, que aunque no con relativo peligro, sí se acercó más a las inmediaciones de Wilfred que el Racing a las de Segura, que se erigió en espectador pasivo del choque.

La primera parte fue todo un tratado de aburrimiento, y la segunda más de los mismo. Los errores y la falta de ambición de los primeros 45 minutos se dieron continuidad tras la reanudación. No tiene excusa siquiera el gol de Ocaña a falta de 15 minutos para el final, en lo que fue el primer tiro a puerta con peligro del Portuense. La cogió el mediapunta gaditano a tres metros de la frontal del área, nadie le salió al paso y tras pensárselo un segundo se sacó un derechazo que acabó en la escuadra derecha de Segura. A partir de ahí todo le fue más fácil, muy fácil.