El Extremadura CAR Cáceres, máximo representante extremeño a nivel nacional en el rugby, vive un momento de transición. Al contrario de lo que ha ocurrido en los últimos años, en la nueva temporada 2020-21 prevé un notable desembarco de jugadores desde su cantera. Uno de ellos es Raúl Herrero, que junto a otros de su generación, como Enrique Núñez, Jerónimo Román Pareja-Obregón, Israel Rivera, Javier Valencia, Jorge Salgado y Diego Villanueva, prevé integrarse con unos mayores a los que han admirado desde niños.

«Impone un poco jugar con ellos. Después de tantos años viéndoles desde pequeño desde la grada. Alguna pachanga hemos compartido y se aprende mucho», dice con desenfado Herrero, un chico de 18 años que estos días ultima la preparación de la EBAU, ya que estudia 2º de Bachillerato. «Estos meses de confinamiento he estado estudiando lo máximo posible, pero nunca sabes lo que va a pasar. Este año la prueba de acceso a la universidad va a ser muy diferente a todos los demás y eso te genera más nervios de los que puedas tener normalmente», cuenta.

En el primer equipo le espera Arturo García Mazo, otro producto el proyecto de formación del CAR y que, tras debutar en la 2018-19, se ha asentado en la escuadra de la División de Honor B en la 2019-20. Actuando en la posición de pilar y siendo sub-23, afirma que ha intentado «hacerlo lo mejor posible, intentando corregir errores».

«Al principio cuando subí, también me generaba mucho respeto. Pero les conocía y me integré muy rápido», relata, confirmando una teoría cada vez más extendida: lo que le sienta mal a un joven es que vayan flojo contra él para no lastimarle. Está terminando con mucho trabajo ‘online’ el grado superior de Ciencias del Deporte en la Uex.

A las dos promesas les une el ADN rugbístico. En el caso de Arturo fue su madre la que jugó cuando era joven, mientras que en el de Raúl de quien le viene la afición es de su padre, veterano del CAR.

Por mucho que hayan estado encerrados en casa estudiando, han seguido pensando en rugby. «Yo me he montado un mini gimnasio aquí», asegura García Mazo. Para Herrero, los mejores momentos del día era «cuando sacaba algo de tiempo para tener el balón en las manos». En caso el tacto con el oval es fundamental: su posición es de la de tres cuartos, donde prima la velocidad para buscar la zona de marca.

Sin duda, lo peor que han vivido en estos meses ha sido la muerte por coronavirus de un histórico del CAR Cáceres desde su fundación, Diego Rosado. «Me ayudó mucho. Con todo el mundo era igual, con todos. Ha sido un gran palo», suspira Arturo. «Era una grandísima persona, siempre dispuesto a animar a los chavales para que creciesen en el rugby», tercia Raúl.

Ambos acometen con un mezcla de tristeza y estupefacción la situación por la que pasan el samoano Leo Tavita y los fiyianos Noa Bola y Adriano Talemaisuva, que todavía no han podido regresar a sus países por la crisis que se ha generado a nivel mundial. Siguen en Cáceres gracias a la ayuda del club porque no hay vuelos disponibles. «Son gente estupenda, muy trabajadores», coinciden.

Mariano Amaro, el capitán que lleva desde el 2008 en el primer equipo del CAR, otorga su aprobación a los dos ‘cachorros’: «Me recuerdan a mí cuando era crío. Arturo poco a poco se va haciendo sitio y a Raúl se le ve con muchas ganas. Tienen el espíritu de los jugadores de la casa».

Él está de acuerdo con que son el futuro del club, el camino que debe alumbrar una presencia más sólida del equipo en la segunda categoría nacional. «No es que hayamos estado muy regulares esta última temporada, pero al menos hemos cumplido el objetivo. Hubiésemos podido aspirar a subir algún puesto de haberse podido completar», resume. En su opinión, al CAR le falta «un bloque más amplio para poder dar el salto que le hace falta. A ver si con la gente que va a venir desde la cantera podemos conseguirlo. Está claro que necesitamos gente nueva porque todos los años somos los mismos. Sería importante que tuviésemos más relevos». Con 31 años y en la posición de medio melé, tiene una máxima clara en el deporte: «el día que no disfrute, lo dejo».