El deporte extremeño de cierto nivel lo sostiene no el aficionado, ni el político. Si sigue existiendo, o mejor sobreviviendo, es por el empeño de unas pocas personas, en su mayoría empresarios. No puede ser de otra forma. Mantener un club cuesta mucho dinero y comporta no pocos riesgos, incluso para las cuentas corrientes particulares de los dirigentes. No me cansaré nunca de alabar el empeño --y sobre todo el altruismo-- de gente que, un año sí y otro también, avala y anticipa con su patrimonio lo que, meses, en algunos casos años después, reciben de las instituciones. Es realmente una herocidad ver cómo algunos de ellos se empeñan, en la más amplia expresión de la palabra, por la supervivencia de sus clubs. Cada temporada se ´pelean´ con los políticos para que anticipen lo que han prometido. Y cada año reinciden. Y cada año amagan con no seguir. Pero ahí continuan, algunos con más de 20 años de experiencia. No sé si merecerá la pena, pero haríamos bien en reconocerles ese espíritu rayano en el masoquismo.