Manuel Mosquera rompe su silencio para hablar de fútbol y del futuro de las competiciones. Pausa el portátil que le tiene absorbido de partidos y deja a un lado las anotaciones para reflexionar sobre los hipotéticos escenarios que se abren a las competiciones nacionales. Nadie lo tiene claro. Es evidente. «Cada día vas pensando una cosa. He pensado 40 veces que no se va a jugar, cuatro millones de veces que sí, miles de veces que si en mayo, que si en junio… Pero realmente nadie lo sabe», zanja.

Pero, ¿qué piensa Manuel de todo lo que se está especulando? «Hay que partir de la base de que lo más importante es la vida. Estamos en un país con millones de personas que tenemos, primero, que volver a una normalidad de vida. Los que nos dedicamos al fútbol no queremos ser ahora protagonistas de nada. No somos importante. La preocupación de la gente es otra y debemos saberlo».

A Manuel tampoco le ha gustado en exceso que se haya especulado con tantas fechas de regreso de la competición en plena pandemia del covid-19. «Es una pena que siempre hablemos del fútbol en estos días con el dinero de por medio. Deberíamos pensar más en los futbolistas, que son personas normales, con sus familias, hijos, con mujeres embarazas. Cómo pueden pensar en cuándo vamos a salir a competir si ni siquiera sabemos cuándo vamos a salir de casa».

En estos días de noticias e historias personales, Manuel también está pendiente del día a día de sus jugadores. Reconoce haber escuchado la confesión de Pardo en este periódico al señalar que «estoy cagado» en alusión a su mujer embarazada. «Esto es lo que más me preocupa. Me importan más las personas de mi vestuario que los futbolistas en esta situación tan excepcional. Los entrenadores no tenemos un manual para estas situaciones y por eso nos acercamos a las personas. Lo que dice Pardo, estoy seguro que se multiplica a muchos jugadores. Claro que el dinero es importante, pero ahora mismo a los jugadores le preocupan más las familias y el hecho de no poder traer un contagio que provoque una tragedia en sus casas. Son personas. Como los demás».

Competir en igualdad / Para el entrenador del Extremadura, es loable que los distintos órganos competentes estén reuniéndose y deliberando posibles escenarios, pero tiene claro que la vuelta del fútbol y la competición solo puede hacerse realidad «con unas condiciones y garantías de seguridad y para ello hay un sindicato AFE que está peleando fuerte en favor de los jugadores».

A Manuel no le cuadran los protocolos enviados por la Liga sobre cómo llevar a cabo una situación excepcional o la opción de estar «encapsulados» durante varios meses en hoteles y concentraciones. «Hay protocolos que solo podrían permitírselo unos cuantos equipos de Primera, pero nunca los más modestos».

Sobre el hecho de reanudar la competición y jugar encuentros cada 72 horas, Manuel considera que «esas condiciones siempre serán más adversas para los equipos más modestos y con menos potencial económico que han tenido que hacer plantillas más cortas. Me gustaría que se volviera a jugar, pero con condiciones igualitarias para todos».

Otra de las preocupaciones que tiene el técnico azulgrana es saber qué vestuario se encontrará tras el confinamiento. «Sobre el rendimiento no estoy preocupado porque conozco a mis jugadores y se matan en el campo, pero no sabemos qué personas me voy a encontrar. Qué pasa en sus casas, qué miedos tienen, si les ha afectado la crisis o cuál es la situación de sus familiares. Eso no lo controlamos. Por eso, las personas, son ahora más importante que los jugadores».

Conectados / Manuel confiesa que vive permanentemente conectado con sus futbolistas. «Ahora hemos logrado planificar varias sesiones en colectivo a través de videoconferencia y eso ayuda, pero al margen de estos entrenamientos, yo mantengo una comunicación privada con todos ellos». Acostumbra el técnico gallego a saber cómo están los futbolistas, cuáles son las situaciones que viven en casa y cómo están sus familiares. Manuel ejerce durante estos días de entrenador y de psicólogo. Sin un manual cierto, pero con la coherencia y el sentido común al que obliga hoy día la vida.