La Argentina se hizo un lugarcito bajo el sol del Mundial de Suráfrica y Diego Maradona siente que se lo deben a él, más que los jugadores. Como acto de desagravio, el director técnico ha propuesto una suerte felación nacional simbólica. Que sus enemigos y aquellos que insinuaron criticarlo se arrodillen y bajen la cabeza delante suyo.

Créase o no, después del ajustadísimo triunfo por 1-0 ante Uruguay en Montevideo y de su nueva consigna, "ahora que me la sigan mamando", las opiniones de los argentinos se dividen en tres: quienes lo defienden, a rajatabla, convencidos que Dios es infalible, aún en sus exabruptos; aquellos que no comparten sus expresiones pero lo "entienden", dada la presión a la que era sometido y, por último, los que se avergüenzan por sus expresiones y auguran nuevos problemas para el seleccionado.

La idea de que el periodismo puede tener la responsabilidad de los éxitos o fracasos de alguien con poder proviene aquí de la política. Cuando Carlos Menem fue reelegido presidente con un paro de 18% y denuncias de corrupción a raudales, le dedicó su victoria a los medios que, aseguraba, lo habían hostigado sistemáticamente. Esa visión conspirativa, que a veces la padece un simple cronista, sigue vigente. Lo que hizo Maradona es agregarle una pizca de procacidad, como si fuera muy consciente del efecto sonoro de sus palabras. A tal punto, que ayer comenzaron a venderse en Buenos Aires camisetas con su leyenda impresa.

LOS DEFENSORES El presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), el inoxidable Julio Grondona, trató de restarle importancia a esos dichos. "Les pasa a todos. Pasa en la vida. Hasta te pasa cuando manejas el coche. Es así la vida". Juan Sebastían Verón, que en anteriores etapas del seleccionado encarnó el desapego por la camiseta, y hoy, a los 35 años, es un emblema de madurez, también pidió olvidarse de lo ocurrido. "La descarga debe ser entendible; esta semana fue difícil para nosotros, llevábamos un peso importante en la espalda".

En ese tono de mesura, Verón también habló de Messi: "después del partido de anoche, le dije que va a ser su Mundial. Creo eso, porque lo siento. Nosotros lo tendremos que poner en condiciones y el técnico va a encontrar la manera para que tengamos en la selección al jugador que vemos en Barcelona".

"No me importan lo que digan estos putos periodistas la puta que los parió, oh oh oh hay que que alentar a Maradó...", gritaron muchos jugadores en el césped del estadio Centenario, después de ganarle a Uruguay. "¿En qué país del mundo se juntan los jugadores a cantar contra el periodismo?", se preguntó ayer el televisivo Alejandro Fabri, en el programa Estudio fútbol, del canal de cable TyC Sports.

Grondona y el mánager Carlos Bilardo están convencidos de que enfrentarse con la prensa --por razones reales o ficticias-- tiene su rédito. Emocional: templa los espíritus. "Cada vez que tuvimos el periodismo a favor nos vinimos en la primera vuelta de un Mundial", dijo Grondona, que repitió que volvería a elegir a Maradona como entrenador. El ya famoso "que me la chupen" es, al decir de La Nación, una señal de que "no habrá autocrítica". ¿Qué esperaban de Dios? ¿Un gesto terrenal?