Tres finales. Dos oros. La selección española se ha propuesto dominar el balonmano continental y lo ha logrado. Solo una selección, Suecia, la más laureada de la historia, había conseguido la reválida en el Campeonato de Europa. Hasta que llegaron los Hispanos. En una final sufrida e igualada, los de Jordi Ribera se impusieron 22-20 a Croacia para colgarse de nuevo el oro europeo y firmar así su billete para Tokio.

El encuentro empezó como se preveía, como un choque entre las dos mejores defensas 5:1 del continente. Salía España con Dujshebaev en el avanzado y Corrales en la portería, mientras el MVP del torneo esperaba a los Hispanos en la otra mitad del 40x20. Se parecían los planteamientos pero también destacaban las diferencias. Mucho más duros y cerrados los balcánicos, obligaban a España a imponerse con su segunda línea mientras que en ataque los primeros en percutir eran los de Lino Cervar.

Vestidos de gala y olvidándose del victimismo que habían paseado durante las horas previas, los croatas abrieron la primera brecha gracias a los desdoblamientos de su pivote Mamic y los tantos desde 7 metros de Duvnkjak.

España compensó su falta de fluidez con otros recursos, herramientas conocidas en el seno de los Hispanos. Viendo que la defensa no carburaba y que los balcánicos amenazaban con irse, Jordi Ribera decidió detener el partido y demostrarle a Lino que su pizarra seguía siendo de oro.

El primer cambio fue la portería. El segundo, la defensa. Y, para completar el giro táctico, sacó a Maqueda en ataque. No pudo funcionar mejor. Con el 6:0 asentado, a los croatas se les cerró el pasillo en el pivote y la luz en la portería. Gonzalo salió para detenerlo todo y para darle alas a una España que le dio la vuelta al marcador. Demostró por qué es el mejor portero de Europa. Y obligó a Lino Cervar a pedir tiempo. De nada sirvieron sus instrucciones porque para entonces el alicantino ya había bajado la persiana de su meta y España se había replegado en la mejor de las cuevas.

GARRA BALCÁNICA / La moral había cambiado de bando y al descanso los Hispanos ganaban de uno. Pero la superioridad en el tanteador le duró poco a España, que pasó de ir ganando de cuatro a ver cómo los de Duvnjak se reenganchaban a la final a su manera. Con la mejor de las garras. Diez minutos para el final y empate en el luminoso.

No había quien marcara, en un lado y en otro. Entonces, el encuentro se redujo a las defensas. El corazón sustituía a la táctica. A seis minutos del final, Croacia lograba incluso adelantarse en el marcador. Pero España estaba dispuesta a revalidar el título. Vació la potería y con uno menos le dio la vuelta al marcador. El tanto final de Dujshebaev desataba la locura. Las lágrimas de los Hispanos son las de una era que parece no tener fin. Las de un época de oro a la que todavía le falta el cetro olímpico.

ESPAÑA 22-20 CROACIA

Marcador cada cinco minutos: 2-3, 4-5, 6-8, 8-10, 10-10 y 12-11 (descanso) 15-12, 16-14, 17-15, 18-18, 19-19 y 22-20 (final).

Árbitros: Nachevski y Nikolov (MKD).

Pabellón: Tele2 Arena de Estocolmo.

Espectadores: 17.700.

España: Corrales; Solé (1), Raúl Entrerríos (3), Alex Dujshebaev (1), Morros (-), Goñi (1) y Ángel Fernández (1) -equipo inicial- Pérez de Vargas (ps), Maqueda (3), Sarmiento (2), Aginagalde (2), Figueras (1), Cañellas (2), Aleix Gómez (5, 3p), Ariño (-) y Gedeón Guardiola (-)

Croacia: Sego; Horvat (2, 1p), Stepancic (3), Duvnjak (5, 3p), Karacic (3), Mandic (2) y Maric (3) -equipo inicial- Asanin (ps), Hrstic (-), Sarac (-), Musa (-), Mamic (1), Cindric (-), Brozovic (1), Matanovic (-) y Sipic (-)