Salía el gracioso de Cal Crutchlow y escribió en una pizarra: «Corramos mañana». Aparecía el no menos chistoso de Scott Redding y mostraba un papel: «No lloremos y corramos». Pero la auténtica verdad, como explicó Marc Márquez, tetracampeón del mundo de MotoGP, es que todo el mundo, incluso el organizador Stuart Pringle, que llegó a decir que todo era culpa de «un diluvio bíblico», cuando solo habían caído mil gotas, reconoció que en Silverstone, tras el nefasto reasfaltado, no se podía correr. «No es cuestión de mucha o poco agua, es cuestión de que este Silverstone no soporta ni cuatro gotas», le había dicho Aleix Espargaró a Valentino Rossi cuando, nada llegar a la parrilla de salida, se dieron cuenta de que allí no se correría. Ni a las 11.30, ni a las 14.00 (de siempre), ni a las 16.00.

Se impuso la voz de los pilotos, pero, sobre todo, como reconoció Márquez en la reunión con la Comisión de Seguridad, a la que no asistieron ni Rossi (el icono), ni Andrea Dovizioso (el subcampeón), “se impuso que teníamos a un compañero, a un amigo, a Tito Rabat, en la UCI de un hospital de Coventry, recién operado de una triple fractura de la pierna derecha, en un accidente ocurrido el sábado, precisamente, en la curva 7-8, en las mismas condiciones que se repetían hoy (por ayer)”.

«El espectáculo es de los pilotos. Ellos son los únicos que frenan en 100 metros, de 345 a 60 kms/h. Solo ellos saben si se puede o no correr. Ellos se miran a los ojos, no se engañan y deciden qué hay que hacer. Y en esta pista, cuando llueve, las motos no podemos correr. Es imposible. Ya nos ocurrió a nosotros, hace 10 años, en Superbikes. Y, ya ven, han pasado 10 años y todo sigue igual», comentaba el excampeón mundial Max Biaggi.

Y, de pronto, apareció por el ‘pit lane’ el británico Crutchlow que, ya en serio (él siempre es así, una de cal y otra de arena), va y suelta: «Demasiado peligroso, demasiado. Miren el BMW de seguridad, patina todo el rato, casi se sale ¡imagínense nosotros en moto a 300! No, no podemos hacer milagros».

Márquez dijo que apuraron hasta el último minuto. «El trazado así como está no es seguro. Además, es tan largo (5.900 metros, el más largo del calendario), que puede estar seco en una curva y, al otro lado, estar diluviando. Nos duele el alma por la gente, pero como ha dicho un compañero en la reunión ‘es solo una carrera, dentro de quince días volvemos a correr para todo el mundo en Misano, pero vida solo tenemos una’. Y, sí, no dejo de pensar en Tito y su pierna destrozada por culpa de que no se suspendió un ensayo imposible».

«Este es mi GP nº 415 y, en 27 años, nunca vi suspender una carrera. El reasfaltado de este circuito ha sido un desastre. Han caído diez gotas y seguían ahí, sobre el asfalto». El ‘dakariano’ Pep Vila, hombre primordial en la organización de todo GP, no daba crédito al desastre organizado por los ingleses. «Y este, dicen, es el país de las carreras. Ya».