Todo el mundo gritó y mucho, en el Gran Premio de Aragón, en el que Marc Márquez (Honda) se empezó a probar el traje de pentacampeón de MotoGP, que le viene que ni pintado.

Los hubo, como el aún tetracampeón, que gritó su triunfo, su respuesta a Ducati, su paso adelante (casi decisivo) en busca de un nuevo cetro y, sobre todo, el riesgo que tomó de cambiar el neumático duro trasero por el blando.

El equipo de Márquez, liderado por el ingeniero Santi Hernández, se subió al muro de Motorland para gritar, soltar brazos, piernas y voces coreando el nombre de su chico y celebrando la fiesta que les regalaba.

Gritaban, extrañamente, muy raramente, los ingenieros japoneses de Honda, que no quisieron compartir la decisión de última hora de Márquez y le llamaron «¡crazy, crazy!» (loco, más que loco), pero 41 minutos 55 segundos 949 centésimas después, se quedaron sin box y fueron los primeros en prestar sus brazos para mantear a su campeón.

Gritó Emilio Alzamora, mánager de Márquez, y Alberto Puig, Team Manager de Honda, «por contar con un piloto que, además de campeón, se la juega, asume la responsabilidad y, sin necesidad de arriesgar tanto, ofrece el mayor espectáculo del mundo, haciendo feliz a nuestra gente».

Gritó, y mucho, aunque no le hicieron demasiado caso, Jorge Lorenzo (Ducati), próximo compañero de Márquez en Repsol Honda (¿empieza ya el lío tras tanta paz?), que exigió que el vencedor le pidiese perdón porque interpretó que su caída, en la primera curva, había sido por culpa de la fogosidad de Márquez, que, según el mallorquín, le fue expulsando, sin tocarle, hacia fuera de la curva. Lorenzo, para salir del apuro, aceleró a destiempo y demasiado fuerte, estaba ya fuera de la trazada y su poderosísima Ducati le escupió por las orejas, provocándole una luxación en el dedo gordo de su pie derecho.

Y gritaron, hasta desgañitarse, los 62.970 fans, esta vez, sí, casi todos de Márquez, al comprobar que Marc, pese a las acusaciones de conservadurismo que precedieron su llegada a Alcañiz, estaba dispuesto a jugársela (y mucho) por levantarles de sus asientos para regalarles otra victoria.

Porque, por séptima vez consecutiva, Márquez terminó aumentando su ventaja sobre el segundo de la general tras otra exhibición de poder, manos, estrategia, pillería, riesgo y equipo, gran equipo. En siete carreras, Márquez ha pasado de 23 a 72 puntos de colchón.

MÁXIMO RIESGO / Y lo hizo, contrariamente a lo que muchos creen, arriesgando cuando no tenía necesidad. Se la jugó en carrera cuando no tuvo miedo en tocarse con ‘Dovi’.

Alguien que se conforma, alguien que tiene suficiente con quedarse en el podio o cerca para repetir título, no arriesga ni tanto ni tan seguido. Ni siquiera ahora, que ya se ha probado el traje de ‘penta’ y le cae perfecto, cambiará de táctica. «Vi que podía ganar, como vi que podía ganar en Austria, pero allí no pude. Cuando faltaban ocho vueltas, pensé ‘estamos en casa, venga, juégatela. Y me salió», comentó el genio de Cervera.