María Vasco recuperó para el depauperado combinado español de atletismo el espíritu luchador que se ha echado a faltar en otras ocasiones. La veterana marchadora, de 32 años, batalló por la medalla de bronce hasta el kilómetro 18 de los 20 que componen la prueba que tantos éxitos le ha dado. Ahí se resintió de una lesión en los isquiotibiales que se produjo nada más aterrizar en China y tuvo que ceder al empuje de las que venían detrás. Vasco no pudo reeditar el bronce olímpico de Sídney-2000 ni el de los Mundiales de Osaka del año pasado, pero dejó bajo la lluvia de Pekín un ejemplo de cómo debe comportarse una atleta. Pese a las molestias, acabó quinta con un récord de España (1.27.25).

La quinta posición de Vasco, junto con la sexta de su posible heredera, Beatriz Pascual (mejor marca personal, con 1.27.44), encabezó el pequeño resurgir español en los últimos estertores de los Juegos. Aún queda esperanza, aunque sea pequeña. Ruth Beitia, la cántabra capaz de saltar dos metros (ella mide 1,92, pero ya ha superado esa barrera psicológica) pasó sin apuros todas la alturas hasta conseguir los 1,93 necesarios para estar en la final de mañana (13.00 horas).

REGRESO CON FUERZA En los 1.500 metros femeninos, Natalia Rodríguez volvió con inusitada fuerza al escenario internacional. Fue la última en subirse al carro del equipo español. Tuvo que ir a correr a Montecarlo en el último día hábil para conseguir la marca mínima. Pero ahora ha llegado en su mejor momento a Pekín. Se tomó varios meses de descanso por un proyecto vital importante. Ha sido madre. El pasado 10 de noviembre tuvo a su hija. No reanudó los entrenamientos hasta enero.

Ayer, en su semifinal, dominó la carrera de manera magistral y fue segunda, con 4.05.30. Demostró que puede volver a bajar de los cuatro minutos, y si lo hace en la final de mañana (13.50 h.), puede acariciar la medalla. La acompañará la cántabra Iris Fuentes-Pila, también segunda en una semifinal más lenta. Rodríguez se mostró triste, pese a todo, por la muerte de un tío de su marido en el accidente aéreo de Madrid.

Beitia, Natalia Rodríguez y los maratonianos. Son las cartas que quedan por jugar para que España no se vaya de vacío del Nido, el Estadio Nacional de Pekín. Ayer, Manuel Olmedo y Antonio Reina quedaron fuera de la final de 800, Mercedes Chilla fue novena en jabalina y Jackson Quiñónez, en su cuarta carrera en cuatro días, no pudo obviar el último puesto en la final de 110 vallas. El leridano-ecuatoriano no superó los séptimos puestos históricos de Javier Moracho (1980) y Carles Sala (1984) en finales olímpicas.

INSUPERABLE QUINTO Así las cosas, España sigue sin derribar la barrera del quinto puesto en Pekín. El puesto que habían ocupado Higuero (1.500) y Casañas (disco) y también el de la marchadora María Vasco.

La rusa Kaniskina se había ido por delante, pero la catalana luchó con la noruega Platzer mientras pudo. Al final la superaron también la italiana Rigaudo y la china Liu. Vasco dijo que seguirá al menos hasta el Europeo de Barcelona del 2010.