Llegó el Cáceres Patrimonio de la Humanidad casi con las primeras luces del domingo a su ciudad. Cansancio, pero también muchas sonrisas después de conseguir en la pista del Marín la primera victoria de la temporada (64-75). Sería terrible calificar el partido de «final» cuando era la jornada 2, pero se necesitaba después de las posibles grietas que generó la derrota inaugural frente al Huesca.

La imagen, con el partido controlado en el marcador en su mayor parte, también resultó positiva. «Esperaba que nuestro equipo mantuviese una serenidad que no tuvo la semana pasada, un control del juego por encima de lo que hiciese el rival. Es lo que me demuestran día a día durante la semana: un equipo que sabe a lo que quiere jugar, dónde quiere poner el balón», reflexionó Roberto Blanco después del choque, visiblemente aliviado.

Y es que al técnico le cuesta mucho disimular su estado de ánimo después de un partido, ya sea bueno o malo. «El Marín, con las armas que tenía, nos lo ha puesto difícil. No se ha rendido hasta el último segundo», valoró.

Del Cáceres se quedó con «un gran despliegue defensivo en la primera parte, con un ataque correcto», mientras que en la segunda «estuvimos más precipitados, con un par de fases de dudas. Pero al final el equipo se ha centrado y ha controlado la situación».

Según su versión, ganar será también importante para «seguir encontrando puntos en común. Llevamos dos meses juntos y nos queda mucho por mejorar y por crecer».

El despegue verdinegro coincidió con el acierto desde la línea de tres puntos. Blanco le dijo a la prensa de Marín que este es «es uno de los eternos debates en Cáceres. Somos un equipo con mucha facilidad para anotar desde el exterior, pero eso sin los interiores no podría existir».

Y hasta terminó con un punto de autocrítica, de ambición: «Siempre hay aspectos en los que tenemos que dar un paso al frente. Necesitamos tener mejor circulación del balón». El viernes espera el Canoe.