MotoGP está patas arriba. Los cambios tecnológicos, especialmente la implantación de una misma y común centralita electrónica, ha vuelto loca a Honda, que, encima, erró al elegir el motor de este año y no lo puede tocar. Centralita e ingeniería japonesa alada no casan bien. Y los neumáticos Michelin no son, aún, lo fiables que eran, tras siete años de competición, los Bridgestone. Las motos satélites, es decir, la marca blanca de las grandes fábricas, especialmente las Honda (Jack Miller y Cal Crutchlow), se han revelado y, además, hay que añadir el estallido de las Ducati, han convertido cada GP en una lotería. Seis vencedores en once citas lo dice todo.

E Inglaterra no iba a ser distinta. Y, encima, claro, llueve. Y, además, el asfalto está bacheado, muchísimo más que cualquier otro circuito. Y, además, el líder, Marc Márquez, se cae cada día y se salva de hacerse daño. Se cayó el viernes, se cayó ayer, pero él sigue diciendo que "no tengo miedo, si tienes miedo, no ya a caerte, sino a hacerte daño y pretendes ser conservador porque lideras el mundial con 53 puntos sobre Vale (Rossi) y 59 sobre Jorge (Lorenzo), eres un piloto muerto, parado, no avanzas. Quiero ganar el título estando delante".

Lo de ayer, dicen los que saben, es decir, los pilotos, los magníficos, no cuenta. O sí, para la salida de hoy. Llovió y el británico Cal Crutchlow (Honda), un auténtico zorro que pasea por el paddock dando saltos de alegría desde que su chica, Luzy, le ha convertido en padre de la hermosa Willow, logró una pole estratosférica, jugándose la vida sobre el agua. "Dicen que cuando eres padre, cortas gas. Espero comprobarlo en los que son auténticamente veloces".