Nada más acabar el partido, los periodistas locales preguntaban a Íñigo López qué le parecía la afición. El central riojano tiene 36 años, una colección de equipos en su cartera y una experiencia de haber jugado en clubs de mayor y menor masa social. «Lo que pasa aquí cada domingo es una pasada. Que una ciudad de 35.000 habitantes meta cada domingo más de 10.000 en su estadio es una pasada. Se ve la ilusión que hay de un pueblo entregado a un club. Esto es para disfrutarlo. Para nosotros es un honor». Claro, conciso y sincero.

Almendralejo se está superando a sí mismo. En los mejores tiempos de Primera y Segunda División de la etapa dorada del CF Extremadura era habitual encontrar entre ocho y nueve mil personas en las gradas. Solo cuando acudían equipos como Real Madrid, Barça o Atlético de Madrid, el aforo rozaba el lleno, que son 11.580 personas. Ahora, el lleno, se roza en Segunda y con un equipo que antes de que empezara a rodar la pelota ante el Cádiz era el último clasificado. «A mi esto ya no me sorprende. Nos lo vienen demostrando cada partido. Qué más vamos a decir. Esta es una de las mejores aficiones de España. No lo digo yo, lo demuestran ellos cada domingo. Lo podéis ver todos», apuntaba Juan Sabas en sala de prensa.

Deuda saldada

Juan Sabas y sus jugadores tenían una espina clavada con esta fiel afición. Por ello, tras el pitido final, el éxtasis se apoderó conjuntamente de aficionados y jugadores. Algunos de ellos, como el capitán Aitor Fernández, se marchó entre lágrimas al túnel de vestuarios. Este fortachón asturiano de 32 años está prendido de la vida en Almendralejo, de sus gentes y sus costumbres. Por eso no es de extrañar que se le ponga el vello de punta cuando el Francisco de la Hera estalla de locura como este viernes.

El triunfo no esconde que a este Extremadura le faltan detalles por pulir. Muchos. «El equipo ha sabido defender cuando lo necesitaba, pero es verdad que debemos seguir mejorando en defensa. No podemos seguir encajando goles de manera tan fácil», decía Sabas.

Para el técnico madrileño, la victoria tiene un significado muy importante. «Moralmente nos va a dar un salto increíble. Este equipo se merecía más suerte en los partidos de casa porque ha merecido más».

Sabas también tuvo palabras de elogio para Alex Díez, autor de una asistencia y la maravillosa falta que acabó en el gol de Zarfino. El jugador los encajó con agrado, pero advirtió que «aún queda mucho. Le pido a la afición del Extremadura que tenga paciencia porque nos estamos dejando la vida. Hay un gran vestuario, creedme», apostilló.

Debajo del triunfo ante el Cádiz también se esconden cambios de rutinas. Los jugadores no se concentraron en casa por primera vez y fue curiosa la estampa de verles a todos haciendo piña dos horas antes del partido tomando café en el Hotel Acosta Centro.

En ese lugar estaba Manuel González, un pequeñín de Almendralejo que es del Extremadura, pero que está enganchado por el Cádiz. Por eso se enfundó la amarilla, pero se llevó la azulgrana: «Si gana me la pongo». Y claro, terminó de azulgrana.

En la calle, Almendralejo volvió a respirar fútbol profesional con una afición, la del Cádiz, que disfrutó de su gente y su gastronomía. Pese a la derrota, los gaditanos se llevan un buen día con sus vecinos extremeños.