El británico David Millar, del Saunier Duval, volvió a lo más alto del ciclismo con una contundente victoria en la decimocuarta etapa de la Vuelta, la esperada contrarreloj de Cuenca, de 33 kilómetros, en la que Alejandro Valverde se confirmó como candidato número uno al ceder sólo ocho segundos respecto al kazako Vinokourov y distanciar al resto de rivales.

Millar, que pasó el calvario del dopaje con dos años de sanción, logró una victoria especial, la que demuestra "que se puede ganar sin tomar nada, ni siquiera recuperadores", en un renacer de un ciclista que incluso cayó en la bebida y en una vida desesperada.

Recuperado por el Saunier Duval de Josean Fernández Matxín, volvió a sentirse como un juvenil en la monumental Cuenca, donde se impuso al suizo Cancellara (CSC), ambos con el mismo tiempo: 40.54 minutos, a una media de 40,272 kilómetros/hora.

En el duelo de titanes Alexandre Vinokourov (Astaná) ocupó la tercera plaza, con solo 8 segundos sobre Valverde, que salió reforzado, con notable alto y candidato número uno al maillot oro en Madrid. Balaverde confirmó su mejoría en la contrarreloj y estuvo "con los buenos". Kashechkin, quinto, cedió 26 segundos respecto a Millar, Sastre octavo, 46 y Goméz Marchante fue decimotercero a 1.15.

TRANQUILIDAD Valverde mantuvo a raya a Vino y alejó en la general a Kashechkin (a 48 segundos) y Sastre (a 1.25), segundo y tercero. Gómez Marchante, quinto a 2.06 dejó la cuarta plaza al jefe de filas del Astaná, que mira al murciano a 1.38. La etapa que había soñado el ganador de la Lieja-Bastoña-Lieja y líder del Pro Tour se le hizo realidad en Cuenca, en espera de la semana final en la que deberá batirse de nuevo en la montaña andaluza y la cronometrada de Rivas.

Con problemas en la cadena de su bicicleta, el murciano arriesgó a tope guiado por unas referencias que le daban tranquilidad. Iba a salvar uno de los exámenes claves de la presente edición y a conseguir dar un golpe moral por si alguien dudaba de la solidez de su maillot oro, el que defendió con la ambición de los campeones hasta meta, desafiando las tenebrosas curvas de las hoces del río Júcar.

Mientras Valverde se fajaba en la recta de llegada, David Millar saldaba cuentas con el ciclismo y sus propios errores. A sus 29 años recuperó la ilusión y la confianza, y tan eufórico estaba que hasta mostró ansiedad por pasar cuanto antes el control antidopaje, la prueba que a punto estuvo de acabar con este residente en Bayona, en la vida y en el deporte. El gran contrarrelojista británico dio una lección al ciclismo, de la que debe tomar nota. Se puede ganar y ser un gran corredor sin hacer trampas.