Una semana después de que el grito de «nazi» lanzados en el campo de Vallecas contra el jugador ucraniano del Albacete desencadenase la suspensión del partido, un grupo de hinchas del Albacete B agredieron verbalmente al futbolista negro del La Roda, Diop, sin que hubiera una sola reacción similar a la desatada por los compañeros de Roman Zozulia, el árbitro de aquel encuentro y el presidente de LaLiga. Sigan jugando. Como si nada. Igual que en en campo del Rayo.

El domingo, el estadio Carlos Belmonte se volcó en dar ánimos al centrocampista del controvertido episodio vallecano, las redes sociales mostraron una foto de una pancarta con el lema «Todos somos Zozulia». En la ciudad deportiva del Albacete, Younousse Diop tuvo que aguantar el cántico de «puto mono» tras el 1-1 con el que se cerró el duelo del B con La Roda. El jugador recriminó con un gesto con el dedo para pedir que cesaran el comportamiento racista. Los hinchas hicieron caso omiso.

El club manchego emitió un comunicado denunciando los insultos. «Pedimos a todas las aficiones respeto por todos los jugadores, sean del país, nacionalidad o raza que sean!». Aviso que alentó el debate pero no hasta contagiar a los directivos del Carlos Belmonte. Ni un solo comentario en la semana en que el Albacete regresó a las portadas de algunos diarios por el caso Zozulia y que forzaron al futbolista de la polémica a declarar por escrito que nunca ha sido «ni nazi, ni racista», que es «apolítico» y que nunca ha apoyado el nazismo. El mensaje de Zozulia eludía su compromiso y sus guiños fotográficos con el Ejército ucraniano con la frase de que «solo es un patriota». Los de La Roda sí advirtieron que el Albacete les había avisado que darían con los hinchas para castigarlos.

Diop, la otra víctima de los insultadores de la grada, quiso hablar: «Lo de Zozulia demuestra que se puede pararlo. Si todos luchásemos por frenar el racismo seguro que lo conseguiríamos», dijo prestando el altavoz de la denuncia al diario Marca.