La desescalada y la cuestión sobre la reanudación de las competiciones está dejando el tema en segundo plano, pero en Almendralejo está subiendo de temperatura un conflicto entre dos partes que fueron hace no mucho como uña y carne: por un lado, el Extremadura presidido por Manuel Franganillo y por otro, Juan Marrero, todavía entrenador del filial y que en el pasado logró tres ascensos con el club.

Por segunda vez esta temporada, Marrero ha sido destituido, esta última de forma todavía extraoficial. De hecho, el primer lamento del técnico valenciano va porque nadie le ha comunicado nada todavía, aunque se da por hecho que José Antonio Ruiz volverá a hacerse cargo de los jóvenes en la preparación de la fase de ascenso a Segunda División B.

«La situación es extraña, triste y desagradable. Me parece bien que vaya a haber un cambio y no tengo nada en contra. Es una situación habitual en el fútbol, pero ahora mismo sigo siendo entrenador del Extremadura B», apunta Marrero.

El origen hay que buscarlo un poco más atrás. El 29 de enero, fue despedido por motivos disciplinarios «y eso yo no lo podía permitir, era una falta de respeto». Reclamó y se produjo una readmisión a finales de febrero, en el breve lapso en el que el grupo de Luis Oliver se hizo con los mandos del club.

Cuando recuperó el banquillo, logró un importante empate a domicilio ante el Cacereño (1-1) y venció al Moralo (3-2), una victoria que al final ha sido clave para clasificarse para el ‘playoff’ exprés, ya que le alzó al cuarto puesto en detrimento del conjunto de Navalmoral.

Llegó el estado de alarma y Franganillo recuperó el mando. «No tengo ninguna comunicación del club sobre nada. He tenido que mandarles un burofax el miércoles preguntando cuándo tenía que entrenar y qué medidas sanitarias se iban a tomar», comenta el técnico. Está orgulloso de su trabajo: «Hemos conseguido meternos en la fase de ascenso. Los chavales estaban muy bien. Habíamos recuperado a algunos jugadores importantes y la línea era ascendente».

«Lo que no puede ser es que salga un cambio de entrenador en la prensa sin que a mí se me notifique nada y que tenga que mandarles un burofax. Si no me dicen nada, me tendré que presentar en el regreso de los entrenamientos porque a mí no me han dicho nada aún», añade, destacando que «el Extremadura no es un club más para mí ni llevo dos años entrenador. Lo que me preocupa es clarificar mi situación de una manera seria y pacífica, como cualquier trabajador que reclama sus derechos».

Marrero se cierra a que se vincule lo sucedido a su supuesta alineación con Oliver y su también hipotético desafecto con Franganillo, tradicional gran defensor suyo en Almendralejo. «No voy a hablar de eso», zanja.

LA VERSIÓN DEL CLUB / El club azulgrana, cuestionado por este diario, declinó hacer declaraciones, pero maneja una visión de los hechos que no coinciden con la de Marrero. Según esto, su readmisión bajo el mandato de Oliver se habría producido mediante un documento firmado, pero no se le llegaría dar de alta de nuevo.

Siempre según esta versión, con los acontecimientos derivados del covid-19 el Extremadura decidió hacer un ERTE entre los profesionales de sus categorías inferiores y personal no esencial. Fue cuando se abordó el caso de Marrero cuando se cayó en la cuenta de que no era trabajador del club. Eso se le comunicó a través de Javi Pérez, miembro de la dirección de cantera y capitán del equipo filial, pero finalmente se decidió que fuese el que acabase la temporada con el filial. La opinión del Extremadura cambió radicamente cuando se recibió una denuncia del propio entrenador a la Inspección de Trabajo y Seguridad Social como consecuencia de no haber sido dado de alta.