De un día para otro, el Giro del 2008 ha pasado de ser otro corralito italiano a tener el mejor cartel de las tres grandes vueltas. La sorpresiva inclusión del potente Astana de Alberto Contador en la corsa rosa lo ha cambiado todo. También para él, que hace unos días tomaba el sol en la playa y ahora sueña con las montañas que le vistan de rosa. Aunque el corredor de Pinto es cauto respecto a sus opciones de victoria, el ganador del Tour lleva el cartel de favorito en cualquier ronda. Hoy, en la contrarreloj por equipos de Palermo, Contador inicia un examen.

"No puedo predecir cómo voy a estar y no quiero crear falsas esperanzas. A día de hoy, mi forma no es la mejor, y esta es una carrera especialmente difícil", avisó ayer. Apartada su escuadra del Tour, el ciclista de 25 años había enfocado su preparación cara a los Juegos y la Vuelta. Por eso, tras un rabioso inicio de temporada (ganó en Castilla y León y el País Vasco), ahora disfrutaba de un periodo de reposo, sin pensar que el Giro, que nunca ha disputado (de hecho no corre en Italia desde el 2003), invitaría a su escuadra.

UN FINAL TERRORIFICO Dos factores juegan a favor del ciclista de Pinto: su facilidad para coger la forma y el habitual recorrido de la ronda italiana, que concentra la dureza en la segunda mitad, especialmente en los últimos días. La 14 etapa, con final en el Alto di Pampeago, será el aperitivo a una tremenda jornada con cinco puertos, entre ellos el Pordoi y La Marmolada. Y, sin descanso, una cronoescalada al inédito Plan de Corones, serio candidato a engrosar la lista de puertos legendarios del Giro.

Pese a este menú, el postre aún podrá ser decisivo, sobre todo la penúltima etapa, que ascenderá el Gavia, el Mortirolo (allá donde Miguel Induráin estuvo a punto de doblegar a Eugeni Berzin en 1994) y Aprica, antes de la contrarreloj final por las calles de Milán.