EXTREMADURA 1: Flavio; Jairo, Romerito, Cámara, Jonathan (Roberto, M. 51); Dani Fragoso, Marco; Pedro José, Manuel (Rubén, M. 67), Capi (Yoni, M. 76) y Pichi.

MERIDA 1: Illanes; Dieguito, Roberto, Rangel, Rume; Marcos (Jorge González, M. 83), Ruiz, Cubillas, Santi Polo (Troiteiro, M. 92); Prieto y Marín (Oscar, M. 86).

GOLES: 1-0 M. 6: Pichi. 1-1 M. 10: Cubillas.

ARBITRO: Bastos Martínez (Comité Gallego). Bastante mediocre en su actuación, aunque no influyó en el marcador (1). Expulsó al visitante Cubillas (85´) y amonestó a Marco (85´) y Rubén (92´), por el Extremadura, y a Marín (2´), Illanes (25´), Cubillas (28´) y Diego (83´), por parte del Mérida.

INCIDENCIAS: Las cartulinas que vieron Cubillas y Marín acarrean sanción disciplinaria y son bajas para el domingo.

Tanto como a pedir de boca no, pero casi. Al Mérida a punto estuvo de salirle redondo el derbi de ayer que terminó, y empezó, empatando en Almendralejo (1-1). Una victoria a domicilio, puestos a pedir, lo hubiese mejorado, pero no fue el caso. Pasando a limpio esas cuentas de las que Mateo Prieto prefiere estar lejos, se sumó un valioso punto y, por el mismo precio, se certificó, a costa del Extremadura, la presencia del Ciudad de Murcia en la liguilla de ascenso. Y es que el cuadro murciano visita el romano el próximo domingo con los deberes hechos para enfrentarse a un Mérida que se juega la permanencia con viento muy a favor.

En el plano contrario estaría un Extremadura absolutamente frustrado que estrelló su impotencia en el muro del orden táctico rival. Los de Francisco López, rocambolescas estadísticas al margen, se han quedado virtualmente sin opciones de cumplir con su sagrado objetivo de la fase de ascenso. Y con él el filial de Tercera, el equipo de Cisqui, que paga la pleitesía de su hermano mayor .

El de ayer fue un derbi vibrante y movido en su inicio que derivó en un partido loco con dos bloques enfrentados aferrados a otras tantas lecturas. El Extremadura, siempre dominador ficticio del encuentro, tropezó con un Mérida muy asentado en el terreno de juego, que nunca se destapó y que de haber estado fino podría haber hecho más sangre al contragolpe. Pero si pecó de algo fue de conformismo cuando el marcador se equilibró a las primeras de cambio. Tampoco era descabellado tal y como iba la tarde atesorar el punto que estaba en el zurrón.

LOS DOS GOLES MADRUGADORES

Mientras el partido se instalaba en el drama, por lo mucho que se jugaban los dos contendientes en un duelo absolutamente fratricida, Pichi aprovechó un balón que le metió entre líneas Marco para inaugurar. Apenas se habían consumido cinco minutos y los azulgranas parecían empezar a ser fieles al rol que les correspondía para buscar el objetivo. Craso error, el talón de Aquiles azulgrana en la recta final de la liga, su defensa, iba a jugar una mala pasada a los de Francisco. Mario Rico Cubillas, rememorando actuaciones de un brillante pasado aún reciente, inventó una plástica jugada que, en toque y desmarque, buscó la complicidad de Santi Polo primero y de un adornado taconazo de Miguel Angel Marín después para que el propio Cubillas, sólo, fusilase por bajo a Flavio. La ofensiva visitante se hundió como cuchillo en mantequilla en la endeble zaga almendralejense (m. 10) mientras la desesperación se apoderaba de la grada.

El empate fue demasiado castigo para las esperanzas locales y los azulgranas empezaron a perder el sitio. Seguían dominando el encuentro pero tropezaban con las líneas visitantes que se replegaban con orden y sin el menor sonrojo.

Perdió fuelle el compromiso cuando empezó a volverse loco. Los errores defensivos del Extremadura casi permitían vivir a su rival y Marín, sólo arriba, daba una permanente sensación de peligro.

Tras el descanso la cosa fue a peor. El calor comenzó a hacer mella en los dos equipos y el local fue la máxima expresión de la impotencia. Al Mérida le bastaba la igualdad, estaba claro, y, si acaso, buscaría sentenciar al contragolpe. Un par de bazas que tuvo en esta disciplina las solventó con precipitación y estéril premio.

SIN OPCIONES PARA LOS LOCALES

Peor fue lo de Francisco, que intentó recomponer la figura de equipo con unos cambios que casi nunca dieron el fruto apetecido. Apeló a la épica y Alvaro Cámara terminó jugando de delantero. Ni así tuvo solución una cosa que se había torcido, a lo que se ve definitivamente, una semana atrás en tierras murcianas.

Menudearon bastante menos las ocasiones en la segunda entrega y el Mérida manejó a su antojo el encuentro hasta el pitido final. El partido no podía tener continuidad y no la tuvo con reiteradas interrupciones. Al final hubo satisfacción visitante y pitos para algunos en el bando local. Pero a esas alturas la suerte estaba echada, el Mérida había sacado tajada y el Extremadura se condenaba, y condenaba a su afición, a una frustración infinita.

Malos tiempos para la lírica, y para un fútbol almendralejense de incierto futuro.