Ayer se unió uno más, en este caso Sergio Pérez, desde el comienzo del partido. A lo largo del encuentro en Huesca se sumaron Warren Ward y Pol Olivier. El primero ni siquiera volvió a la cancha tras sufrir un golpe. El Cáceres Patrimonio de la Humanidad, único representante extremeño en LEB Oro, sigue intentando e incluso consiguiendo reponerse a la plaga de lesiones y enfermedades que le están asolando durante esta temporada. Pero, en contra incluso de la lógica, con dos, tres o cuatro ausencias en cada encuentro los compite hasta el final. Y eso ya tiene un mérito extraordinario. Ayer mismo incluso fue ganando durante buena parte del choque hasta claudicar. Tuvo incluso bola para empatar. Increíble.

Ñete Bohigas, su segundo, Roberto Blanco, y Mario Díaz Hellón, el preparador físico, tienen la culpa de que este Cáceres gane o, cuando menos, esté en los partidos hasta el final. Con ese particular gafe que le está atacando constantemente, ha vencido a varios de los mejores clubs de la categoría a base de fe y bemoles, pero también de inteligencia competitiva, que de eso Bohigas tiene mucho. El Cáceres está, de momento, con opciones de playoff de ascenso. Meritazo el de los extremeños, visto lo visto, sin duda.

El proyecto baloncestístico de la ciudad extremeña sigue vivo. Ya no es la ACB, como hace 16 temporadas, pero se sigue disfrutando. Aquello quién sabe si volverá algún día. El público cacereño sabe el esfuerzo que se está haciendo, también por parte de los directivos, aunque ahora se eche en falta un poco más de arrojo a la hora de fichar. A trancas y barrancas, el grupo sigue cohesionado, y los resultados continúan llegando. Medio en broma, medio en serio, dicen que como se gana y se compite no hace falta firmar nuevos jugadores, pero ese desgaste está empezando a pesar en exceso.